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Eclipse de la Fe en la vida pública

Su nombre había sido el número uno entre los electores al Senado de la República de Colombia. Pero no era esta la primera vez que esto sucedía, pues en tres ocasiones consecutivas había sido el senador con mayor grado de popularidad y aceptación en el país. Él era un ferviente católico, fiel a cada misa dominical, desde su niñez, adolescencia y juventud. Al llegar a la Universidad, movido por su pasión académica y su aguda inteligencia, poco a poco se fue alejando de sus principios y valores fundamentales de fe, pues ahora resultaban irrisorios para su vida. Esos mismos valores que antes regían y orientaban su vida personal, familiar y laboral.

Sin embargo, ahora, se convirtieron en elementos decorativos de su ser y quehacer como persona y político. Tanto es así, que Sebastián iba a misa solo en ocasiones especiales: funerales, matrimonios u otros sacramentos. Con mucha naturalidad, después del culto religioso como presidente del Senado iba a su lugar de trabajo y sin ningún reparo, presentó una ponencia sobre la aprobación de los matrimonios igualitarios, la despenalización parcial del aborto y la eutanasia. Así mismo, lideró un proyecto de ley para expropiar bienes de la Iglesia como lotes, seminarios, colegios, monasterios, hospitales, entre otros. Este relato es una construcción literaria fruto de mi imaginación, con un trasfondo histórico y un mensaje moral, fácilmente aplicable a muchos hombres que ejercen la política en Colombia. Es a la vez una imagen fiel, viva y diáfana de los rasgos de la “Secularización en Colombia”, en el campo de la política.

Ahora bien, ¿qué se entiende por secularización? es un fenómeno que intenta relegar la fe y sus manifestaciones al ámbito de lo privado, exclusivo a los ambientes de la religiosidad. En la esfera del cristianismo católico, sería enclaustrar la fe en las capillas, sacristías, seminarios, colegios, monasterios, comunidades laicales de fe, etc. En sentido radical una mirada de la fe como algo interior y privado de cada uno que no puede afectar la vida pública de las personas y mucho menos las decisiones fundamentales de la sociedad, la política, la cultura, la educación, la salud, la economía, etc. En el fondo, esto significa que la idea de Dios viene a ser considerada como una suerte de fantasma o como un espejismo ilusorio, sin que su eclipse en la conciencia despierte un particular sentimiento de nostalgia. Los cuestionamientos entorno a esta realidad son inevitables, ¿Cuáles son sus causas y consecuencias?¿Cómo se manifiesta?…Quedamos atentos para una próxima oportunidad.

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Juan Carlos Mendoza: