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Dura es la ley pero es la ley

Por Jairo Franco Salas

Un problema que se presenta usualmente en cualquier sistema político es aceptar una nueva ley, emitida por el organismo correspondiente; justa o no, la pregunta es ¿dará resultado su aplicación?; es lo que se piensa y dice. Para lograr una verdadera convivencia, debemos acatar las leyes y respetar los derechos de nuestros semejantes.

A través de la Criminología estudiamos e identificamos la anormalidad de la conducta y su tendencia en cualquier ámbito; comportamientos humanos aún incipientes causan daño, consideran algunos que esa conducta desviada debe acentuarse más, que el tope, para que sea sancionada. Visualizamos su comportamiento errado y opinamos que debe penalizarse. Si aplicamos el pensamiento a la consideración de alguna situación, meditamos sobre la dualidad del ser y no ser entre lo conveniente y lo no conveniente, nos incluimos en nuestra misteriosa y recóndita naturaleza, apareciendo el origen de nuestros actos y la explicación dialéctica de la conducta humana; pero lo que ocurre es que no recapacitamos ni con medidas preventivas, es entonces cuando debe aparecer la drasticidad necesaria para ajustar, corregir y sancionar esa conducta desviada.

Se dice que nadie conduce un vehículo con intención de lesionar o matar a alguien, de suceder se consideraba eso delito culposo; la tendencia reiterada, además de la mezcla de un desestabilizante: el alcohol, condujo a que el tema se tratara seriamente; conducir borracho se había vuelto el pan de cada día, creció tanto el hecho que colmó la copa; copa tras copa embriagaba a ese conductor que frente a un volante se convertía en el animal agresivo, peligroso y violento; sanciones irrisorias no corregían a nadie, mientras tanto quedaban la sangre y cuerpos sin vida de seres humanos en el asfalto ocasionados por irresponsables borrachos y a las pocas horas libres por una justicia que expresaba no eran un peligro para la sociedad, que no tenían antecedentes penales, ¿Qué era eso?. La situación cambió desde hace seis años cuando como un motor asumió esta causa la Representante a la Cámara Gloria E. Díaz Ortiz del Movimiento Mira, que investigando a fondo el tema lo identificó, lo debatió, demostrando el daño que causaba. La Congresista Díaz Ortiz logró renovar de manera absoluta y consiguió su objetivo que se aprobara la Ley 1696, que endurece en penas y multas a conductores borrachos. La Ley debe mirarse como un correctivo necesario; borracho al volante son un peligro constante.

En cuatro días de vigencia de la Ley se han practicado 48.394 pruebas de alcoholimetría en el país por la Policía Nacional y 864 resultaron positivas, recibiendo las respectivas sanciones. Se redujo en un 13% la accidentalidad.

¿Sirve o no la Ley? Sí, claro que sirve; ¿Es dura la Ley? Claro que sí, pero es la Ley que familiares de las víctimas y la mayoría de los colombianos estábamos esperando para corregir este comportamiento que crecía desaforadamente.

El Congreso de la Republica no fue ajeno al clamor del pueblo Colombiano, aprobando esta Ley que se espera no sea modificada. En la mira de esta norma esta la protección de la vida y la dignidad busca un ambiente sin riesgos en las calles a peatones y otros conductores para que no sean presas de conductores borrachos.

Relevante la labor legislativa de Mira este año, otros grupos que no justifican su permanencia en el Congreso haciendo bastante bulla y sacando pecho, resaltan que sacaron la ley que el agua de azúcar es la bebida nacional, cuando eso ya existía como ley de la vida; no es eso lo que toman miles de niñas y niños en Colombia que viven en la pobreza extrema con mendrugo, un pedazo de pan duro, ellos, debieran mitigar estas estadísticas.

Finalizando dura lex sed lex: dura es la Ley pero es la Ley.

jairofrancos@hotmal.com

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