Erradicar la venta ilegal de gasolina de contrabando es una tarea quijotesca. Muchos aseguran que esta actividad ilícita tiene los días contados por los diversos controles que se ejercen en la frontera, y otros consideran que no va a ser tan fácil como parece. Mientras en el municipio de La Paz se habla de reconversión económica para que las personas que hoy se dedican al negocio de la gasolina, trabajen en proyectos productivos, en Valledupar se fortalece y expande la actividad.
A comienzos de esta semana se registró un hecho en el barrio Primero de Mayo de Valledupar que debe preocupar grandemente a las autoridades locales, el cual terminó en un ataque contra miembros de la Fuerza Pública que requirieron al conductor de un vehículo cargado con gasolina venezolana. La desobediencia a las leyes es lo que prima en la ciudad y mientras no existan controles y acciones contundentes, no se podrá cambiar la percepción de la ciudadanía que aduce que aquí no se castiga a los que promueven la ilegalidad.
Barrios como el Siete de Agosto, El Prado, San Martín, Primero de Mayo, Los Fundadores, Simón Bolívar, La Nevada, entre otros, son mercados públicos de venta de gasolina de contrabando. Las autoridades saben dónde están esos puntos, los uniformados de la Policía pasan al frente de estos y nada pasa. Por eso es cuestionable que en sus boletines de prensa, tanto la Policía como el Ejército, den cuenta de capturas de personas con unas cuantas canecas de gasolina. Si quisieran dar duros golpes, solo tendrían que recorrer Valledupar.
Creemos en nuevos modelos productivos que alejen a la comunidad de la actividad ilícita de vender gasolina proveniente de Venezuela. El modelo de reconversión económica que se comenzó a ejecutar en La Paz puede ser un buen comienzo y ojalá el inicio del desmonte de un negocio que ha traído más males que beneficios, comenzando por el de las finanzas públicas. Un dato para analizar en la Administración Municipal de los pacíficos es por qué mientras se habla de reconversión, aparecen cada día más construcciones de grandes bodegas de almacenamiento de gasolina (están a la vista pública, sobre la vía de ingreso desde Valledupar).
En Valledupar ya es hora de pensar en un modelo similar. No solo se ha incrementado la venta del combustible de contrabando en los diferentes barrios de la ciudad, sino en corregimientos, como Río Seco, donde si no se actúa a tiempo, se convertirá en la sucursal de la ilegalidad, haciéndole competencia a La Paz. Si no se hace algo al respecto de manera urgente, las personas se acostumbrarán al negocio y no les resultará atractivo trabajar en un proyecto productivo. Este modelo también podría servir para los mototaxistas, que si no los formalizan o regulan su actividad, también serán parte de la bomba de tiempo social que tiene Valledupar.