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El duelo de ‘Chanera’, el primer rey de Guaimaral

 

Era Modesta Ditta Quiroz la razón de ser del gran acordeonero Sebastián Sarmiento, mejor conocido como ‘Chanera’, personaje insigne de Guaimaral, corregimiento de Valledupar que este fin de semana celebra las fiestas patronales de San Juan Bautista y el Festival del Carnero. Modesta hacía desbordar de alegría a la mujer que por casi 70 años fue su compañera fiel, pero se adelantó a la eternidad hace tres meses.

Su ausencia ha mermado las energías de ‘Chanera’, quien fue el primer rey del Festival del Carnero, realizado en 1991, y segundo rey de reyes de esta misma festividad. Pese a que los guaimaraleros le han insistido en que se vuelva a presentar en esta versión para hacerle honor al entusiasmo que siempre sentía Modesta en vísperas de la festividad, la pesadumbre que evidencian los ojos llorosos del acordeonero y los recuerdos de tantos años de compañía, se lo impiden.

En medio del llanto que le fue imposible contener de sus ojos negros y que recorría su rostro al hablar de Modesta, nos contó que se siente afligido por la muerte de ella, que el día de su muerte lo recibió con una gran sonrisa y un fuerte abrazo después de cobrar el subsidio de la tercera edad en el corregimiento de Aguas Blancas.

“Yo era el que estaba mal de salud, venía de un mes y cuatro días de estar internado en una clínica en Valledupar y ella me decía que no me regresara a Guaimaral si no estaba totalmente bien. Cuando llegué y la vi, me sentí enamorado como la primera vez que la conocí, ella estaba riéndose, ponía buena cara, me besó, yo la besé y la abracé… ahora entiendo que se estaba despidiendo porque se me estaba muriendo. Nos pidió a mi hija y a mí que la lleváramos al baño y allá se desmayó y murió”, relató ‘Chanera’ sin mayor vacilación, tratando de asumir la soledad que lo invade desde que la mujer de sus sueños, la que un día ‘robó’ de su casa sin importar que los suegros no gustaran de él, partió del mundo terrenal.

Pero ‘Chanera’, en medio de la conversación se repone y empieza a rememorar sus participaciones en festivales vallenatos, entre ellos el de Villanueva (Guajira). En una ocasión, debió enfrentarse en tarima a varios grandes de la interpretación, como Emiliano Zuleta Baquero y ‘Chemita’ Ramos.

“A mí se me dio por ir y escuchar el ruido de festival, y como -hasta no fritar los huevos, no se sabe la manteca que queda-, vamos a ver cómo es que vamos a quedar en ese festival. Y yo tengo natural que cuando me voy montando a la tarima llevo es como una ‘rabiecita’, entonces presentaron a unos acordeoneros y nada que me llamaban a mí, fui el último en la lista pero el primero en ganar y eso nunca lo esperé”, contó entre risas.

Luego volvió a Guaimaral y ganó nuevamente el Festival del Carnero, y pasó por Cartagena donde igualmente se celebraba una festividad, en la que lo declararon fuera de concurso porque no tenía rival a su nivel.

Y es que, para los conocedores de música vallenato y lugareños, la interpretación del acordeón en manos de Sebastián Sarmiento y su canto solo tienen similitud con las de Alejandro Durán, con quien compartió por largos años, yendo de un pueblo a otro a parrandear y ganar unos pesos para mantener a su familia.

“Anduve bastante con él, vivíamos en Magangué (Bolívar), de ahí como había tanto músico junto a él, él nos repartía para los pueblos. Durábamos hasta 15 días y volvíamos a reunirnos uno por uno. En el último recorrido me mandó para Montería pero me fui a Sincelejo, duré tres días parrandeando con un señor que decía que yo tocaba y cantaba como Alejo; luego él se fue para Barranquilla a grabar y yo le dije que me venía para Guaimaral, él me dijo que venía a criar muchachos y le dije que sí porque eran mis hijos y mi deber, porque por allá yo no estaba bien, me hacían falta mis hijos. Más nunca volví a salir”, reveló ‘Chanera’.

Antes que la parranda y los tragos, los primeros son sus hijos, eso lo aprendió de niño, de su madre que fue la primera en regalarle un acordeón y quien permaneció junto a él hasta el día de su muerte.

Creció junto a su padre hasta los 12 años, cuando falleció y dejó un acordeón nuevo, pero sus tíos terminaron vendiéndolo. Con la partida de su progenitor, ‘Chanera’ se fue a vivir junto a su tío Ezequiel, quien era músico y al que, cuando salía de la casa, le cogía el acordeón a escondidas.

“Cuándo él se iba yo me ponía a tocar, fui ensayando y ensayando hasta que aprendí. Cuando ya tocaba, mi mamá tenía una puerca y me dijo que me iba a comprar un acordeón, cambió la puerca por mi primer acordeón tornillo de máquina”, contó este juglar de 91 años.

Sin embargo, al poco tiempo de tener su propio instrumento, lo abandonó por de pueblo en pueblo, para finalmente volvió a Guaimaral, donde tuvo que conseguir otro acordeón y empezar de nuevo en las parrandas que le dieron la oportunidad de conocer a su amada Modesta.

“Yo en esa época lo único que tenía era el acordeón, sus papás le decían a ella qué iba a hacer conmigo si me la pasaba tocando y bebiendo ron, pero nos veíamos a escondidas y por cartas hasta que al fin me la llevé. ¡Eso era lo que yo deseaba!”. Soltó la risa que se pierde entre las marcadas arrugas.

Aunque demoró varios años para casarse como Dios manda con la mujer que lo acompañó por largo tiempo, Sebastián Sarmiento afirma que es tanto el amor que siente aún por ella que hasta la veía en cada rincón del hogar que compartían en el barrio Palmichar de Guaimaral, su nido de amor.

En ese sentido, el amor hacia Modesta le ganó la batalla a la vigésima primera versión del Festival del Carnero, que por más intentos que sus organizadores hicieron por llevarlo nuevamente a tarima, no pudieron traspasar la barrera del duelo que hoy siente el primer rey del pueblo.

Por Jennifer Del Río Coronell
jenniferdelrio@gmail.com

Categories: Crónica
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