Aunque el puente peatonal, ubicado sobre la avenida 23 del barrio La Popa, al frente del colegio Manuela Beltrán, fue creado hace más de dos décadas para facilitar el paso de peatones, hoy en día el sitio solo es un centro de encuentro de drogadictos, quienes aprovechan la oscuridad para atracar e insultar a los que pasen por allí.
Según las personas que viven en los alrededores, se ven obligados a estar encerrados en sus casas, armarse de perros guardianes y cerrar sus puertas desde las 5:00 de la tarde para evitar ser víctimas de las fechorías de jóvenes falta de civismo que se encuentran bajo los efectos de sustancias psicoactivas.
Los querellantes le solicitan a la administración municipal que tumben la baranda de concreto que tiene la estructura en la parte superior, para hacer más visible a los que se encuentran en el lugar y que le ordene a la Policía un mayor control.
Sin uso
Pese a que las directivas y docentes del colegio Manuela Beltrán han realizado campaña de sensibilización y concientización a los estudiantes para que utilicen el puente ante el peligro inminente que representa para ellos el flujo vehicular, no han podido acceder a las exigencias, argumentado que encima del puente se apostan los delincuentes y con armas corto-punzantes y de fuego son atracados y despojados de sus pertenencias.
Puntos de vista
Miguel Araújo: “Este puente es un dolor de cabeza para todos los vecinos del puente. Muchos jóvenes lo usan para drogarse o para tener sexo. Nosotros estamos expuestos a ser víctimas de atracos”.
Carmen Arzuaga: “Nos toca meternos bien temprano a las casas para evitar que nos roben. Vivimos como presos en nuestras viviendas”.
Reacción
El secretario de Gobierno Municipal, Carlos Mario Céspedes, anunció que ante las denuncias formuladas adelantará un oficio a la Policía Nacional para que esté más pendiente del lugar, sobre todo en las horas pico; de la misma forma, lo hará con Alumbrado Público para que el puente esté iluminado.