“Estoy muy contenta de tener mi propio trabajo, me emociono todos los días. Me pagan y puedo comprarme cosas”, dijo Lina Marcela Gutiérrez Salgado, de 24 años, al indagarle sobre su primer empleo. Al igual que ella, Daniel Bornacelli Barreneche, de 21, vive una de sus mayores experiencias en su vida, el ser un poco más independientes y demostrarles a quienes los rodean que pese a sus limitaciones sí pueden ser útiles para la sociedad.
Los dos jóvenes tienen Síndrome de Down, y eso no fue impedimento para que el dirigente deportivo Régulo Pineda Arregocés tomara la decisión de contratarlos. Se trata de un gesto humano y amoroso, que ha sido tomado como ejemplo por muchas de las personas que conocen sobre el caso, y que piensan que como él, deben ser muchos empleadores para ayudar a esta población que pretende servir a la comunidad.
“Son personas con mentalidad muy limpia, muy sana, son honestos, leales, fieles y no tienen ninguna maldad. Les gusta andar, que estar en casa sin hacer nada. Ellos habían sido alumnos de la escuela, pero se me ocurrió la idea de darles una oportunidad laboral y con esto quiero que se ganen unos pesos para Navidad”, dijo Pineda.
Tanto Daniel como Lina fueron pactados desde el primero de diciembre a través de un contrato de prestación de servicios para trabajar como auxiliares en el curso vacacional que brinda la empresa Pineda Juniors en el club Campestre.
“Lina ayuda en la enseñanza de ballet y danza. Ella ha hecho parte de muchos grupos folclóricos, ha participado en Olimpiadas Fides y ha ganado medallas. Daniel es auxiliar en natación, él siempre fue nadador y por eso nos ayuda con los niños. Él los organiza, los ayuda a transportar, ellos tienen una gran memoria fotográfica y eso es positivo para esto”, dijo.
Pero más allá de las labores encomendadas, Lina y Daniel se sienten felices por el hecho de tener una rutina laboral y una responsabilidad. Desde las 6:00 de la mañana, se alistan, miran hacia la puerta cuando el reloj marca las 7:00 de la mañana y sus corazones se les agitan porque esperan el transporte que los lleve a su trabajo.
“Me encanta venir y ayudar con los niños. Yo bailo, estoy pendiente de ellos, porque aprenden. Les hago varios movimientos para que vean. Estoy feliz y mi familia me apoya, todos están contentos”, manifestó Lina que con una gran carcajada confesó que con el dinero que le paguen se arreglará el cabello y comprará una computadora portátil y celular.
Por su parte, Daniel hizo una explicación inicial sobre su familia. Después de advertir que su papá es el mejor médico pediatra de Colombia y su mamá Lilia trabaja en una bonita oficina, indicó que está muy cómodo con el trabajo porque le gusta mucho la natación y puede hablar con otros niños.
“Yo apoyo a los niños, es mi primer trabajo y me pagan bien. Quiero ahorrar para tener un buen puesto, mi familia está contenta por mí. Desde temprano estoy pendiente para venir a mis labores”, manifestó el joven mientras sonreía.
Un corazón lleno de amor y humildad, fue lo que dejó claro que tenía Daniel, al manifestar que siempre hace reír a sus alumnos. Aunque no tiene novia, ha pensado mucho en su abuela, a quien le gustaría llevarle un regalo.
También extendió un mensaje a los propietarios de otras empresas para que incluyan en sus nóminas a personas como él, porque sabe que muchos quieren trabajar y necesitan apoyo.
Alejandro Escallón Lloreda, presidente de la Fundación Fides está de acuerdo en que se debe incluir más a personas especiales en las empresas de Colombia: “Es una noticia maravillosa, que debe ser ejemplo para todo el continente, porque no se justifica que una persona por tener su discapacidad cognitiva pueda ser excluida de la vida laboral, si son buenos seres humanos y tienen capacidad para hacer un trabajo de acuerdo a sus posibilidades se le puede dar la oportunidad”.
De acuerdo a Escallón, en muchas ciudades del país se promueve esto. Un ambiente laboral con una persona especial será bueno por donde se le mire, sobre todo porque ellos irradian alegría y transparencia.
“Con esto se contribuye que Colombia sean incluyente y laboralmente productivo. Los seres humanos pueden hacer cualquier labor si es la adecuada. Esto es bueno desde todo punto de vista humano, porque ellos tienen una condición no una enfermedad”, concluyó.
Ramiro Castillo: Aparte de su discapacidad, Daniel nos enseña en el deporte y en la vida, siempre tiene ánimo y no lo he visto triste.
Natalia Arrieta: Me gusta el profesor porque es chévere, vive feliz y nos enseña mucho.
Lina y Daniel fueron contratados para trabajar como auxiliares en una escuela deportiva. Diariamente tratan con cientos de niños y les impregnan felicidad.
Por Tatiana Orozco Mazzilli
Tatiana.orozco@elpilon.com.co