Que el Papa Francisco haya visitado a Cuba dos veces en tan corto tiempo y que el presidente Barack Obama haya permanecido en esa isla durante tres días, después de más de 88 años que un presidente de Estados Unidos no la visitaba por diferencias políticas, tiempo en el cual Obama dialogó por más de dos horas con Raúl Castro, presidente de Cuba, el jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, se reunió con los delegados del gobierno colombiano y los representantes de las Farc con la presencia de su máximo comandante alias ‘Timochenko’ en la negociación de acuerdo de paz y todos concurrieron con vestimenta deportiva al partido de béisbol jugado entre equipos de Estados Unidos y Cuba, en el estadio Latinoamericano de la Habana, para celebrar el final del histórico encuentro entre los presidentes de dos países tan disímiles en ideologías políticas, económicas y sociales.
Es muestra fehaciente de que, tanto el Papa Francisco como Barack Obama, son dos personajes conciliadores dignos de admirar y respetar por sus voluntades en la búsqueda de la paz colombiana, nunca antes tan apoyada por los líderes de dos Estados, a claras luces, considerados como los más influyentes para dirimir conflictos internos e internacionales en cualquier latitud de la tierra.
Sin embargo, sus esfuerzos en favor de que en todos los territorios del globo terráqueo haya democracia, nunca dejan de ser un idealismo que muchos atacan con vehemencia o las aceptan cuando son falsas democracias, como la de Colombia, país donde sus gobernantes implementan las leyes, siempre dejando las posibilidades de quienes detentan el poder se enriquezcan con el erario destinado al beneficio de todos y con otras acciones ilícitas, entre las cuales sobresale el lavado de dinero proveniente del narcotráfico, el contrabando y la evasión de impuestos.
Aunque los mensajes del Papa y Obama están encaminados hacia la autonomía que tienen los ciudadanos y ciudadanas de todos los países democráticos de elegir y ser elegidos a los cargos gubernamentales, cuyo verdadero propósito es propender por el bienestar de todos sus habitantes, da tristeza ver que la realidad es diferente, porque abundan las discriminaciones y las imposiciones.
Mientras haya exclusiones y limitaciones de las libertades y derechos humanos con el propósito de privilegiar a unos pocos, la convivencia mundial será violenta, similar a los actos terroristas cometidos recientemente en Bruselas, Bélgica, por los que, hasta ahora, han muerto más de 30 personas inocentes y han resultado más de 200 heridas, de los cuales morirán varios y la mayoría quedarán con secuelas al menos sicológicas.
Si se logra la paz en Colombia, todos sus pobladores tenemos que hacer el acto de contrición, que nos disuada de volver a la misma violencia que tanto nos ha hecho sufrir por más de 50 años.