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¿Para dónde va a Aguachica?

El segundo centro más poblado del departamento del Cesar no pasa por su mejor momento. Aguachica con una población que supera los cien mil habitantes, en un territorio que abarca más de 870 kilómetros, ha tenido en los últimos 20 días las miradas de todo el país. El motivo fue el escándalo que generó el video que grabó la profesora Claribel Rodríguez del colegio Sagrado Corazón de Jesús y que posteriormente subió a su cuenta de Facebook para que se conocieran las condiciones inhumanas y antihigiénicas en las que los niños recibían la alimentación escolar.

La indignación fue nacional, la noticia ocupó las primeras páginas y emisiones de los medios de comunicación nacional, y la reacción de los organismos de control no se hicieron esperar. La ministra de Educación, Gina Parody, fue a Aguachica a poner la cara y aunque dejó un sinsabor entre los profesores y padres de familia porque no los escuchó, volvió a hablar fuerte contra las fundaciones a las que les otorgaron los contratos de alimentación escolar, un programa que lidera su ministerio. Lo mismo hizo la directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Cristina Plazas, y el contralor general de la República, Edgardo Maya Villazón, que ya había hecho auditorías en Aguachica y otros municipios del Cesar y tenía indicios de lo que se venía.

El caso es que esto fue el caos. La Fiscalía General de la Nación ordenó la captura de su alcalde Henry Alí Montes Montealegre, de tres de sus secretarios, de la contratista y la interventora, y a cinco de estas personas los llevaron a la cárcel.

La alimentación escolar llevó a la interinidad administrativa a Aguachica y hoy sus habitantes están preocupados por el futuro de su municipio, que no solo tiene ese problema. El agua es su mayor preocupación si los ponen a escoger entre los problemas más graves. Hace meses no cuentan con un suministro de agua potable continuo, y al igual que otras regiones ha padecido tanto en la zona rural como urbana por la falta de agua.

Ayer, el gobernador Francisco Angarita presentó en ese municipio su informe de los cien días, y convocó un Consejo Agropecuario para analizar la situación de los productores de esta zona del Cesar, donde hace décadas se sienten abandonados por el gobierno departamental, tanto que siempre han tenido la intención (sin éxito) de conformar otro ente territorial, que tenga como capital a Aguachica.

Los efectos negativos son enormes para los productores aguachiquenses, más de 774 mil millones de pesos en pérdidas, un decrecimiento del área cultivada del 50 por ciento, especialmente de cultivos de ciclo corto, más la disminución de 80 mil empleos por la afectación de cerca de 45 mil productores afectados en los años 2014 y 2015. Ese es un panorama desolador.

Las cosas en Aguachica no están mal desde hace una semana, o hace un mes, ni un año. Lo que vive Aguachica hoy es la acumulación de problemas sin resolver, por un lado por la falta de apoyo de los gobiernos departamentales de turno (por lo menos el actual anunció inversión y apoyo para salir adelante), por la ineficiencia y corrupción de sus autoridades locales que han desperdiciado su turno en el poder, y por el abandono de los congresistas que solo aparecen cuando van a buscar los votos.

Hoy Aguachica necesita que la ayuden a fortalecer su institucionalidad, a devolverles la credibilidad a sus habitantes en sus gobernantes, y a resolver sus problemas más urgentes. Este municipio debe reencauzar su camino y volver a ser el punto estratégico que siempre ha sido para los municipios del sur de Bolívar, de Santander y Cesar que dinamizan allí su vida económica y social.

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