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¿Dónde estará la flaqueza de los modelos económicos?

En definitiva, la economía no es una ciencia, todos sus postulados están en función de intereses ya sean nacionales, grupales, personales y hasta tribales. Ningún modelo económico se ha mantenido en el tiempo pese a ser presentados como la panacea de los problemas económicos y sociales. El modelo de economía de mercado internacional es, quizás, el más antiguo; desde los fenicios era una práctica respetable. Siempre se ha dicho que el intercambio de mercancías es un gana-gana porque especializa a los países en producir determinadas mercaderías que otros no pueden hacer; incluso, en una época las transacciones se hacían en especie.

La revolución industrial potenció el volumen de intercambio pero en la medida en que esto se hacía, unos países comenzaron a empoderarse de casi todas las ramas del mercado cuando entendieron el concepto de balanza comercial que favorecía a quienes más exportaban e importaban menos a la vez, convirtiéndose el negocio, no en arma de los Estados sino de los particulares que comenzaron a acumular grandes fortunas a expensas de otros rompiendo el mito del gana-gana, en detrimento de los trabajadores a quienes, según Carlos Marx, el empleador les quitaba parte de su trabajo, llamada plusvalía.

Ahí fue Troya. En Inglaterra y Alemania, donde la revolución industrial fue precursora, surgieron los primeros teóricos de un nuevo modelo económico, el socialismo, con Engels y Marx a la cabeza. Los bolcheviques en Rusia, un país no industrial sino de campesinos, ensayaron durante setenta años una nueva apuesta para solucionar los problemas de miseria de la humanidad. Así se consolidó la URSS, un conjunto de naciones enfrentadas al modelo capitalista de occidente. Pero este modelo ignoró la economía de mercado, una de las causas por las cuales colapsó, porque no existen modelos cerrados.

Quedó sólo el capitalismo como supuesto dueño de la verdad, tratando de refrescarse con nuevas fórmulas para incentivar el intercambio comercial a partir de tratados y leyes internacionales para garantizarlos. Uno de los primeros resultados fue el empobrecimiento de los países menos desarrollados y la concentración de las riquezas en pocas manos, incentivando la miseria.

Una reciente publicación (Oxfam) nos dice que más de la mitad del dinero del mundo la tienen ocho potentados, mientras que más de dos millones de personas mueren de hambre en la tierra.

El gana-gana puede ser una falacia: cuando alguien gana algo es porque otro lo ha perdido, como en un juego de póker. Por eso, este modelo comenzó a fracturarse; el Brexit es un indicador de este fenómeno, muchos países de la comunidad europea están en la inopia, Japón reza por su suerte. Parece que la tal globalización, ya no es tan buena para los países ricos. Habría que preguntarle a Trump por qué se viene lanza en ristre contra los tratados internacionales. Adiós a la globalización, piedra angular del capitalismo, viva el nacionalismo.

nadarpe@gmail.com

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