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¿Y dónde están los felices del país?

Tal interrogante me surge del grado de felicidad de los colombianos. Teniendo en cuenta el resultado de dos mediciones realizadas periódicamente a nivel mundial. La primera de ellas es la encuesta anual conocida como el Barómetro Global de Felicidad y Esperanza en la Economía, en la cual nuestro país siempre sale entre los primeros, en la de este año, publicada en febrero, los colombianos encuestados alcanzaron un índice de felicidad del 87 por ciento, solo superados por la gente de Fiyi, un país insular de Oceanía conformado por un archipiélago de 322 islas paradisiacas del océano Pacífico ubicadas entre Honolulu (la capital de Hawái) y Nueva Zelanda.

La otra medición de felicidad, revelada el fin de semana recién pasado, la hace la ONU por la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible con diferente metodología, aunque en esta segunda calificación Colombia ocupa el puesto 36, considero que aún es una posición demasiado alta comparada con la real condición de inconformidad sentida por los colombianos.
Porque en realidad los colombianos vivimos resignados; es decir, amoldados a las continuas adversidades con el propósito de sobrevivir con menos sufrimientos, ya que la mejor forma de soportarlos es tomando licor en las múltiples fiestas y festivales que se celebran en todo el país, con un desborde acorde con la desesperación de lograr evadir la infelicidad de la inconformidad siquiera durante las borracheras de las festividades que en verdad hacen olvidar las malas situaciones padecidas por la mayoría de los colombianos.
Además, es importante recordar que en nuestro país la mayoría de tales fiestas no solo son sofismas de distracción sino momentos de rebusques, durante los cuales en los sitios de los festejos aumentan los rebuscadores, entre ellos abundan niños que deberían estar estudiando en vez de estar envileciéndose con el poco peculio que reciben en sus actividades que a pocos o a ninguno les importa el futuro de la niñez abandonada a lo largo y ancho del país.
Retomando el tema, de quienes son los más felices en nuestro país, sin duda alguna, la respuesta unánime es: los corruptos. Porque ellos nunca tienen reatos de conciencia por el perjuicio ocasionado cuando usurpan el erario. Lamentablemente para nuestro país, en la franja de los corruptos encontramos a los políticos que el primero de abril marcharán en las calles de Valledupar y demás ciudades del país dizque contra la corrupción.
Lógicamente, a esa marcha no asistirá ninguna persona decente. A ella irán los aduladores de turno y aquellos pendientes de ingresar al círculo de los depredadores del patrimonio público. El pueblo tiene que tenerlos presente para no votar por ellos en las elecciones, este es uno de los castigos que merecen los corruptos sin ninguna consideración.
¡Ojo a los candidatos camaleones!, estos salen de cualquier parte; es decir, de la derecha, de la izquierda, del centro, de nuestras familias y recogiendo firmas.
romerochurio@hotmail.com

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