Es increíble la doble moral de ciertos personajes de la vida nacional. Cuando estaba gobernando Iván Duque, Human Rights Watch del entonces José Miguel Vivanco, no paraba semanalmente de, según él, denunciar el abandono por parte del estado de líderes sociales y de ciudadanos del común. A propósito, vimos al señor Vivanco muy elegante en la ceremonia de posesión del nuevo gobierno. Su sucesora en la ONG referida, la excongresista ‘Juanita’ Goebertus, quien fue una de las artífices del oxidado proceso de paz con las FARC, parece haberse olvidado de Colombia. ¡Claro! No va a afectar con sus comentarios al gobierno de Petro, se tapan con la misma cobija.
Como excusa para no hablar de lo que sucede en nuestro país, Goebertus está ensañada contra el gobierno brasileño, el de Jair Bolsonaro. No estoy en contra de que se mire con lupa el gobierno del gigante del sur, pero esa ONG debe mirar para todos lados por igual.
No sólo Human Rights Watch se hace el de la vista gorda. Personajes como Ariel Ávila, hoy congresista, y León Valencia tampoco aparecen denunciando lo que antes ocupaba sus días y noches. Tampoco hemos visto a Camilo González Posso, ex M-19, presentando en los noticieros las estadísticas sobre masacres y asesinatos en Colombia. La lista de los otrora denunciantes que ya no hablan es larga, al igual que los muertos.
Lo cierto es que lo que nos confunde es que la prensa libre, que esperemos nunca deje de serlo, no ha dejado de informar acerca de la difícil situación de orden público que vive actualmente el país. No vamos a caer en el mismo juego de afirmar que esto es consecuencia del cambio de gobierno, no, la situación viene siendo compleja desde hace tiempo por un proceso de paz ilegítimo. Pero lo que sí nos decían hasta antes de que Petro llegara al gobierno, es que el ejecutivo era el directamente responsable por cada muerte violenta. ¿Qué pasa ahora? ¿Es que la responsabilidad ya nos es del gobierno nacional? O será más bien que ya estando ahí sentados, teniendo a su cargo la situación, ¿van a evadir lo que está pasando?
De todas maneras lo que sí está claro es que esa doble moral que percibimos muchos, unido esto a que ahora nuestras fuerzas militares no pueden actuar, ni disparar, ni bombardear, ni nada, pues aporta mucho a la crisis que estamos viviendo.
Siempre es más fácil destruir que construir, criticar que aportar, pero está siendo muy evidente que la situación de orden público se está complicando y desde el ministerio de defensa no se ven ni determinación ni pantalones para contrarrestar la cosa. Este gobierno del cambio apenas empieza y hay que ser claros y justos: ¡sí hemos sentido un cambio! Cambio que sólo nos provoca querer salir corriendo antes de que el barco se hunda. Lamentable, triste.
Fueron agresivos como oposición, atacaron al gobierno Duque sin piedad, le hicieron varios paros, hubo de todo. Hasta vimos injusticias y situaciones absurdas como aquellas en las que los mismos que rompían vidrios, desbalijaban y quemaban buses, aquellos que destruían nuestros monumentos, eran los mismos que cada mes cobraban los atractivos subsidios del gobierno. De alguna manera puede afirmarse que Duque financió la vagancia de la primera línea. Hasta Francia Márquez, que recibió un galardón millonario hace un tiempo, se benefició de esos recursos evitando que llegaran al pueblo necesitado que dice defender. Pero bueno, de todo se ve en la viña del Señor…
Sé que hoy escribo a nombre de muchos, de miles, que sienten una profunda incomodidad con esta nueva Colombia. El desánimo y la desesperanza nos están llevando a pensar si continuar viviendo aquí, tributando aquí, vale la pena. Obviamente la familia y los amigos siempre serán un motivo para seguir adelante, para quedarnos, pero la cabeza empieza a organizar venta de carros, de inmuebles, búsqueda de pasaportes, compra de tiquetes aéreos, etc.
Dolor de patria sentimos hoy quienes hemos defendido siempre la democracia y las libertades dentro de un marco constitucional, quienes ayudamos a construir la Colombia que disfrutamos hasta el 6 de agosto pasado.