Desde principios de siglo inició en Estados Unidos un gran movimiento que se autorreconoce como freecycle. Un concepto que combina las palabras gratis (free) y reutilizar/reciclar (recycle). Si alguien tenía un objeto, aparato o lo que sea que ya no utilizaba pero que podía servirle a otra persona lo anunciaba dentro de los miembros de esa comunidad.
Entre quienes lo solicitaban se hacía entrega, de tal forma que se evitaba el desperdicio de algo útil pero sub o no utilizado. Vivimos tiempos difíciles para la educación de muchos. Los anuncios más conservadores sobre la deserción estudiantil en el segundo semestre indican que un 25 % de nuestros estudiantes no puede estudiar.
A inicios de año en Valledupar había 85.000 estudiantes en colegios públicos y 31.000 en privados para un total de 116.000. Según eso, mínimo 29.000 niños y jóvenes están en riesgo. Además de los 8.200 universitarios que pueden quedarse sin educación (cerca de 25.000 se matricularon el primer semestre). Con una tasa de desempleo tan alta, tendríamos 8.200 desempleados más, pues muchos de esos universitarios entrarían a engrosar esas estadísticas.
Además, esos 8.200 niños se encontrarían en alto riesgo de caer en una situación que alteraría nuestra salud física y mental como ciudad. Serían 8.200 jóvenes y adultos sin posibilidades, más los jóvenes de bachillerato para quienes las drogas y la depresión podrían volverse terriblemente atractivas. Eso, no podemos permitirlo.
Como empresa pública o privada, como individuos y especialmente como sociedad tenemos el imperativo moral de buscar los mecanismos para evitar esas pavorosas estadísticas. Hagamos el esfuerzo y donemos. Ese computador que esperaba que le diéramos de baja, aquel que queremos arreglar pero que sigue allí llenándose de polvo, esa tableta que hace muchos meses no ha sido tocada porque nuestro nuevo dispositivo es fabuloso pasémoselos a alguien que tuvo que inactivarse educativamente por falta de herramientas.
El Pilón publicó que peligran los 1300 alumnos del Consuelo Araujo Noguera. Aunque los almacenes nuestros no hayan sacado un aparato de bajo costo, es posible que a título personal podamos adquirir uno de escritorio que mantendrían a esos niños o jóvenes conectados con su escuela o colegio, o simplemente donemos algo de dinero para juntar con otros y hacerlo posible.
La alcaldía, con su secretario de Educación debe liderar un llamado urgente a que todos participemos de esa gran donatón, las oficinas deben recoger y donar los aparatos que no utilizan, el SENA puede ayudar a clasificar, recuperar y hacer posible esas entregas. Si alcanzamos a ayudar a un 10 %, serían 11 mil niños y jóvenes, más 2.500 jóvenes adultos arrancados de la desesperanza. 13.500 personas con la seguridad que el mañana es menos oscuro.
Seamos esa comunidad que se permite reutilizar esos valores que la enaltecieron en el pasado, con nuestra donación anunciemos y permitamos que nuestros niños, adolescentes y jóvenes adultos nos reconozcan como la generación que no los dejó inutilizarse. Pongamos en buenas manos una oportunidad para continuar adelante. ¡Donemos!