El pasado primero de junio de 2023 asistimos buena parte de la sociedad valduparense, las familias principales de Valledupar, a las honras fúnebres de doña Rosa Emilia Villazon Baquero, cuando faltaban pocos días para que cumpliera 104 años de edad .
De Urumita, un antiguo temperadero, era su madre, Julia. De allá es originaria la familia Baquero, descendiente, como tantas otras de nuestra región, de inmigrantes españoles y portugueses, por las calendas del siglo XVlll.
Las bonitas hermanas Baquero solían ser invitadas a bailes en Valledupar a la casona, situada en la plaza principal de la ciudad, de don
Manuel José Céspedes Quiroz, habitada por sus parientas Mestre, hoy de la familia Molina Araújo.
Algunos vallenatos se enamoraron de Eufemia, Juvenal Palmera Cote y de Julia, Miguel Villazón Quintero, y se casaron allá. Muchos años después, lo haría Crispin Villazon de Armas, con Clara Aponte López.
Los Baquero están emparentados con varios apellidos regionales, los Baquero Mestre, Villazon Baquero, Palmera Baquero, Lopez Baquero, Barros Baquero, Baquero Herrera, Baquero Araujo, Alonso Baquero, Iriarte Baquero, Dangond Baquero, Zuleta Baquero, Baquero Ariza, Calderón Baquero, otros lazos familiares más. Y suele ser longevo y reproductor de muchos hijos. Cada tronco
familiar Baquero genera fácilmente 10 vástagos, como es el propio caso del hogar Villazon Baquero, y cada uno de ellos generalmente no se despide de la vida, sino, por allá cercanos a los 100 años.
Repasando recuerdos, aún contamos con queridos y benévolos parientes proximos a esa edad, las hermanas, María Elena Castro Palmera de Quinteto y Elisa Castro Palmera de Dangond, y
Rafael Villazón Baquero, y cuántos no pasaron de esta cifra, como nuestra querida ‘Ocha’ Emilia, quien ya en paz descansa, después de unas honras fúnebres, ennoblecidas por la presidencia del señor Obispo de Valledupar, Monseñor Oscar, por las palabras de cariñoso recuerdo y gratitud de su compañera de socorro misericordioso, doña Marlene Tous de Dan, en nombre de las Damas Rosadas,
benefactoras de diversas caridades, de las que Rosa fue líderesa incondicional.
Ella, había contraído matrimonio con don Tirso Maya Bruges, de grata recordación personal mía, pues fue un integerrimo amigo de mi padre, quien con su trabajo tesonero labró para los suyos una empresa económica importante. De ese hogar nacen, Maria Lourdes, dechado de virtudes
femeninas, que en paz descanse, hace un mes, esposa de Luis Dangond Martínez, padres ambos del joven abogado Luis José.
Edgardo, primero procurador general de la Nación y después, contralor general de la Republica, de manos limpias y conducta emitable, ambas importantisimas funciones públicas, disciplinares, aquella y controladora del gasto
público, la segunda.
Continúa ejerciendo su profesión de abogado en Bogotá, y lo hereda con comprometedora responsabilidad moral su hijo, joven abogado, Edgardo José Maya Araújo.
Marta y Carmen Alicia, magníficas esposas y madres amorosas, dichosamente casadas con dos hombres profesionales excelentes, en los campos de administración de empresas, Jaime Ribero
Sabogal y Hernan Duque Pavajeau, ambos matrimonios con proles esperanzadoras.
Al referirme a esta parienta entrañable, Rosa Emilia, prudente y bondadosa, he querido recordar el sentido fecundo y bienhechor de su vida, que constituye un legado precioso para las esposas y madres de la provincia de Valledupar. Frente al Cerro Murillo, tutelar de Valledupar.