Hola mi gente. Ayer fue mi primer día en las calles de Valledupar. Inicié con la visita a la urbanización Don Carmelo, ubicada en el sur de esta ciudad, que cada día crece más por las construcciones de viviendas tanto gratuitas como de interés prioritario, además de unas invasiones de grandes dimensiones.
Precisamente, ante el crecimiento urbanístico y la llegada de personas desplazadas y vulnerables es evidente la pobreza, la que conllevó a algunas personas a rebuscarse para sobrevivir. Una forma de buscar dinero para el sustento de sus hogares es la venta informal de alimentos o de pequeños negocios como talleres.
Es así como el imaginario separador de la carrera 27, entre calles 44 y 54, que solo tiene pavimentada la calzada derecha, se ha convertido en el lugar escogido de algunos residentes para ofrecer sus productos y servicios como fritos, jugos, frutas, incluso ya hay zapatería y peluquería.
Pero, ¿Es esto correcto? ¡No! Cada loro en su jaula. Como ciudadanos debemos respetar las leyes y estos tres o cuatro habitantes, que obviamente tienen necesidades, no pueden olvidar que existen normas que deben cumplirse, y aunque la obra de la calle aún no esté pavimentada no es razón para invadirla, más aún cuanto han sido instaladas casetas y plantillas de cemento.
Branelis Burgos y David Jiménez Ávila saben bien que esto es ilegal, pero reconocen que no hay empleos en la ciudad que los obligan a buscar otras posibles soluciones.
Pero cómo es posible que después de casi un año de estadía en el sitio, David Jiménez Ávila nunca ha sido visitado por un funcionario de la Alcaldía que le recuerde que su acción es incorrecta. ¡Fatal! Al parecer, tenemos secretarios de lujo.
Estaré consultando a la Administración Municipal para buscar una respuesta.
Les estaré contando.