Uno no escoge a su familia, ni el lugar donde nace. Sólo escoge a sus amigos y a las novias, al menos que ellas insistan en escogerlo a uno, ya es otra cosa: Aceptación o resignación. Podemos escoger el lugar donde vivimos, o mudarnos. Valledupar por ejemplo, es una fiesta, un chorro de cosas dispares, alternativas, repetitivas, melancólica, bohemia, romántica y amiguera.
Ahora asombrada por unas costumbres traídas por los nuevos habitantes, como enterrar a sus muertos con motos, rancheras y reguetón por ejemplo. Ya nadie reza, pero todos van a las iglesias. Hay más pastores que sacerdotes y encuentras coaching hasta en la sopa. Entre otras cosas para ser coach, solo necesitas leer frasecitas de algún texto vacío, cambiarle los nombres, los lugares y ponerle una vocecilla los más femenina posible, para mayores adeptos captar.
Si hay para abonarle algo al alcalde anterior, es que llenó la ciudad de parques y de Coach. ¡Ah! y de ¡emprendedores color naranja!
Esta ciudad se resiste a perder su encanto. En apenas una semana quieren sacar a los empleados del hospital Rosario Pumarejo de López, porque la nueva administración necesita nueva gente, pero suya. Un concurso de comelones con tapabocas en La Paz, municipio metropolitano, viraliza. Un colega cae en desgracia por violencia intrafamiliar en la Sierra Nevada, y va preso, su pareja insiste en un resbalón solita; otro colega, al igual que yo, analfabeta digital, suelta un video porno en WhatsApp y hace de la tarde del sábado un espectáculo, incluso a las religiosas del grupo; una muchachita coqueta, como actriz de cine, pasea su maleta de rodillos y vestido mágico como su inocente carita y, se despide de sus vecinos en un conjunto cerrado, pero antes les recuerda que son unos hijos de puuuuuut!
Por otro lado, del actual alcalde vallenato que habla por redes, solo escuchamos: “¡apague control, siga control, dele control!”; nos recuerda el juvenil alcalde a algunos de sus antecesores: Ciro Pupo, al Gran ‘Ava’ Carvajal, o al mismo Rodolfo Molina en sus intervenciones para inaugurar el festival vallenato; ni que decir de aquellos larguísimos discursos de Urón Márquez en cualquier entrevista, o al mismo José Alfredo Gnecco hablando por radio. Debo reconocer que su esposa periodista lo ha mejorado un tanto.
El tema de solidaridad, no se queda atrás. Hoy la pregunta consiste en recordar cual amigo(a) pudiendo hacerlo te ayudó en la crisis pandémica, pero sobran dedos de la mano. Todos estábamos haciendo en curso acelerado de infectología y epidemiologia donde nos doctoramos sin darnos cuenta.
Este chorro es una mezcla de todo y de todos. Los artistas pusieron sus ilusiones en el apoyo para la cultura, sorprendidos por que los mismos actores de siempre, por herencia de siempre se llevan casi todo, como siempre.
Les pedimos no cambien de ciudad, ni salgan de casas. Así podrás contarles a tus hijos, sobrinos y nietos, como fue el virus 2020. Incluso podrás gritar sin temor: “¡Cállate, tú no tienes ni idea de lo que es una pandemia, ni un toque de queda!”
Tengamos paciencia, ya abrirán los estadios, los moteles, las discotecas y las bibliotecas. Para las últimas da igual, seguirán vacías. Todo es virtual, en el teléfono entra todo, desde el reciente salvado en Wuhan, la última gaviota come ratas de Roma, las recientes renuncias, o “desrenuncias” de los gobiernos locales, todo como en botica.
Valledupar seguirá siendo un baile, todo importa un bulo. Lo del Fake News es otra vaina de los neologismos de redes, donde todos estamos enredados o nos enredan. Me acuerdo de mi pueblo San Juan, donde usted tiene dos vidas, la que vive y la que le inventan. Lenguas sanjuaneras decía Escalona. Y escaló mucho. Adiós.
P.D. Parece que muchos colombianos como no ven los entierros de los cientos de muertos cada día. No toman con seriedad las recomendaciones para evitar contagios. Olvidan que entregan semanas después, una pequeña caja con cenizas. ¡Pónganos orden todos!