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Divagaciones acerca del poeta Mizar

Luis Mizar, caricaturizado en el trazo de su amigo Efraín, ‘El Mono’ Quintero.

El poeta Luis Mizar con su lento y pausado caminar, ajeno a la prisa que hoy nos acosa a todos, lleva consigo su inseparable mochila arhuaca en el hombro izquierdo, testigo de sus más recónditos secretos plasmados en versos. Anda con su contagiosa y envidiable paz interior, su hablar pausado, como si degustara cada palabra que modula y pronuncia al estilo de hermosos poemas.
Mizar confesó que la llegada del hombre a la luna causó un impacto demoledor en su interior, sufrió un choque emocional, era muy niño, creía que la luna era invulnerable, intocable, por ser el motivo de inspiración de los poetas, de los cantos con que las nanas y las madres arrullan y prodigan ternura a los niños.
La luna como símbolo lírico fue uno de sus motivos de inspiración, influyó decisivamente en su creatividad poética, como observamos en el poema de su autoría “El oficio de la luna.” “En el cielo está a punto de aparecer / en todo su esplendor la redondez apacible/ O ya la página azul ha sido fatigada/ por un vigor de luna llena/ El oficio de la luna renace noche a noche/ en la demorada resignación de una sombra/ y ese oficio (a pesar de su origen) es canto, aroma y misterio/ el aroma de la luna está a punto de caer/ O ya ha caído en otro tiempo/ donde, como y porque cae ese aroma?/ es el agobio perpetuo del sueño del hombre.
Este poeta dice que le gusta definirse como ese algo que anda por ahí y encontrarse en los demás amigos, en una actitud solidaria y tolerante aceptando las diferencias. Agrega, en cuanto a su afición por los literatos, “siempre tengo en mi almohada los cuentos de Rilke. Creo en la literatura como algo que me sirve para exorcizar los miedos, creo en la literatura como algo que me da el derecho a soñar, que me permite ser una especie de sonámbulo y burlarme de mi mismo”.

Admirador de Nitzche
“Cada día soy más fervoroso admirador de Nietzche que del Santo Eccehomo de los vallenatos. Nietzche convocado como un principio crítico, complementado de todo lo que fue el aporte al sentido de necesidad. Ningún poder quiere soportar la crítica. Que no nos obliguen a perder humanidad. Ser escritor es un acto de libertad, es una terapia que se transforma en un hábito”. Asegura el escritor.
Escribe Schiller que la actividad del artista es como un juego y que el hombre solo es libre cuando juega, porque entonces hace sus propias leyes. Mizar afirma además: “El impulso lúdico es la manifestación torrencial de la libertad. El hombre es libre cuando la realidad pierde su seriedad y agresividad y cuando su necesidad llega a ser pompa de jabón, llega a ser leve como una pluma anidada en el viento, llega a ser rayo de luna devorado por el rocío, cuando la necesidad llega a ser conjurada por la risa espontánea, por el humor sano, que es otra forma de ejercer con dignidad la lúdica, el hombre conquista las cumbres de la libertad”.
A propósito, de la lúdica señala que “en el libro “Juegos y Rondas Infantiles”, Giomar Guerra recogió las que identifican esta comarca, las que nos ayudaban a fraternizar y confrontar pilatunas e ideales, nos integraban, nos familiarizaban y nos hacían más humanos, más personas. En estos juego recogidos con fervor pedagógico recuperamos el Cañahuate florecido de minúsculos soles de nuestra infancia, porque evocando el “Birón-Birón” nos sumergimos en el deshilado crepúsculo de nuestro barrio, en la algarabía de los amigos, en la sonrisa cómplice y aprobatoria de mamá”.
De su autoría, el poeta nos ha regalado: Expresiones o Motivos para el descalabro, Psalmos Apócrifos, Tardes Tristes con Testigos, Bitácora del Atisbador, Letanías del convaleciente entre otros poemarios.
Poesía pura
En Luis Mizar encontramos una de las voces más puras de la joven poesía colombiana que ha logrado un timbre muy original. En quien el lenguaje de las metáforas resbala sutilmente por las escalinatas de los versos y estrofas de sus poemas. A veces agudo e irreverente, otras pícaro, sutil y humorístico. Además de su devoción por la poesía de calidad excelsa que nos ha legado, vive siempre dedicado al ejercicio de un buen gestor cultural.
Aunque en los últimos años su actividad como conferencista en temas literarios en varios lugares del país se ha visto mermada por quebrantos de salud, Mizar sigue siendo esa especie de “sereno”, de callado vigilante, de profesión poeta, de pedagogo a través de tertulias y conversatorios, alternados con talleres y clases en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Popular del Cesar donde lidera la cátedra de creación literaria.
Son muchos los semilleros de jóvenes futuros literatos que Mizar ha formado complementando todo esto con la asesoría para la formación de grupos literarios.

Por Giomar Lucía Guerra

Categories: Cultura
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