“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” San Mateo 6,10
Término antónimo de utopía significando una utopía negativa, donde la realidad transcurre en términos antitéticos a los de una sociedad ideal, representando una sociedad hipotética indeseable. Designa un tipo de mundo imaginario, recreado en la literatura o el cine, que se considera bellaco.
La distopía plantea un mundo donde las contradicciones de los discursos ideológicos son llevadas a sus consecuencias más extremas. En este sentido, explora nuestra realidad actual con la intención de anticipar cómo ciertos métodos de conducción de la sociedad podrían derivar en sistemas injustos y crueles. De allí que la distopía advierta sobre los peligros potenciales de las ideologías, prácticas y conductas sobre los cuales se erigen nuestras sociedades actuales.
Mientras la utopía imagina un mundo donde las doctrinas se acoplen de manera armoniosa en el funcionamiento de las sociedades, la distopía, por su parte, toma la base del planteamiento utópico y lo lleva a sus consecuencias más extremas. De allí que planteamientos utópicos disciplinantes, que a primera vista podrían parecer sistemas ideales, en la distopía se convierten en realidades indeseables, donde las doctrinas erigen sistemas totalitarios, injustos, espantosos e insoportables.
Dice el diccionario Webster que es una situación “en la cual las condiciones y la calidad de vida son terribles”. Claramente un gran porcentaje de los habitantes de nuestra Provincia de Padilla experimentan una terrible calidad de vida. Se vaticina un ciclo social peligroso, que puede reventar como una olla a presión trayendo un oscuro desánimo distópico sobre nuestra región.
Considero que hay factores históricos que contribuyen a la distopía de nuestra región: Primero, la explosión de la población. Valledupar es tres o cuatro veces más densamente poblada que hasta hace quince o veinte años, resultado de la migración del campo a la ciudad. Segundo, la implosión urbana. La gran mayoría de problemas sociales están ocurriendo en un contexto urbano, la gente se está condensando en las ciudades y en la gran presión y estrés de la vida urbana. Tercera, la alienación social. Se levantan cercos de protección que nos aíslan del mundo exterior, los habitantes se sienten vulnerables, inseguros y amenazados por su ambiente urbano. Cuarto, el aislamiento de la iglesia. El cristianismo sacrificial no es una opción popular y la iglesia se atrinchera cuidando a los que ya son, en vez de salir a buscar a los que serán.
Amados amigos lectores, estos tiempos apocalípticos nos llaman a enfrentarnos con valor al mundo en que vivimos, convirtiéndonos en instrumentos de Dios para hacer realidad la presencia del resucitado en medio de cada situación. Estos tiempos requieren de nosotros, cambios grandes y estructurales, cambios hacia un paradigma mayor: El paradigma de la Encarnación.
Defino el paradigma de la Encarnación como Dios viviendo en la historia, en su iglesia, en su presencia resucitada y viva, con sumo poder y un propósito eterno.
Para entrar en ese nuevo paradigma, debemos recibir a Cristo en nuestro corazón y convertirnos en sus discípulos, miembros activos de la iglesia que tienen la esperanza y la estrategia práctica para dejar de ser consumidores espirituales, transformándonos en productores, generadores de cambios y hacedores de bondad.
¡Traigamos su reino, seamos parte de la solución!
Abrazos y muchas bendiciones…