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Dios tiene el control

“… Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti”. Isaías 43,2.

Creemos que Dios tiene el control de las circunstancias cuando todo sale como nosotros queremos o planeamos; cuando la vida nos sonríe sabemos que Dios está dirigiendo nuestros pasos. Pero tener fe no nos deja exentos de dificultades. Dios no nos prometió un permanente lecho de rosas, las tormentas y dificultades llegan a cada persona.

Fallamos en aceptar que el mismo Dios que tiene el control en los momentos buenos, también lo tiene en los momentos aciagos. Dios nunca prometió que dejaríamos de tener dificultades, pero si prometió que estaría con nosotros y nos sacaría de la hora de la prueba.

Está es la clave: ¡Dios está en control! Aun los vientos de las tormentas y dificultades soplarán hacia donde Dios quiere que vayamos. Casi todas las personas dicen que tienen fe, pero en los momentos de dificultad, se desmoronan. Sienten que Dios les ha decepcionado y solo se contentan con las tormentas cuando estas pasan.

En el libro de Los Hechos, se narra una tormenta cuando Pablo fue enviado a Roma. Y aun cuando él advirtió que no era buen momento para navegar por el mal tiempo, no le escucharon y estando en medio del océano se levantó una inmensa tormenta que hizo que perdieran todo e incluso peligraran sus vidas. Igual como pasó con esa tripulación, llega un momento en que hacemos todo lo que podemos: Oramos, creemos, permanecemos en fe y nada. Entonces, solo nos resta hacer lo que ellos hicieron: Dejar de luchar. Dejar de intentar que suceda a nuestro modo. Dejar de forzar las cosas para que resulten y tan solo soltar el control.

Soltar el control es una actitud poderosa. Cuando dejamos de preocuparnos y dejamos de perder el sueño, le estamos tácitamente diciendo a Dios: ¡Confió en ti! ¡Tú tienes el control! Tú controlas los vientos y donde me lleven, siempre estarás conmigo.

Amados amigos lectores, es fácil ser negativo y amargado. Es más fácil renunciar a nuestros sueños que luchar por ellos. Los vientos tormentosos pueden estar soplando hoy, las olas pueden estar muy altas. Quizá estemos en una tormenta de esas en las que no se ve el fin; pero sepamos esto: La batalla no es nuestra sino de Dios. Los mismos vientos disfrazados de adversidad y prueba, que hoy intentan detenernos, son los que nos impulsarán más cerca de nuestro destino.

Tres jóvenes hebreos fueron lanzados a un horno de fuego ardiente, amarrados e indefensos, pero Dios los libró del fuego. En ocasión de este suceso, creo que existen dos tipos de fe: Una fe que libera y otra fe que sostiene. La fe que libera es cuando Dios nos guarda de ser lanzados al fuego. Nos guarda de la adversidad y la mala hora.

La otra, la fe que sostiene, es cuando nos lleva a atravesar la dificultad; pasamos por el fuego, atravesamos la tormenta. En este tipo de fe, podemos experimentar duda, ansiedad, temor y amargura. Pero cuando somos conscientes que Dios tiene el control, no estaremos más preocupados, porque aun atravesando la dificultad, Dios nos cuidará y hará que el fuego no nos queme ni la llama arda en nosotros. Seremos a prueba de fuego.

Las águilas para remontarse a las alturas, estiran sus alas y permiten que los fuertes vientos les eleven cada vez más alto. Y allá arriba, por encima de la tormenta, hay calma. Los aviones despegan contra el viento, no a favor del viento. Es tiempo de dejar de luchar por hacer las cosas a nuestra manera y de confiar en Dios. Animémonos: ¡Dios tiene el control!

Con relación al futuro de Colombia: ¡Dios tiene el control! Dios puede cambiar la dirección de los vientos y traer la primavera del Espíritu a nuestra nación. Abrazos y Bendiciones en Cristo

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