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El dilema de las motos

El alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, decidió prohibir el parrillero hombre debido al incremento de los actos delictivos que cometen usando motos. Decisión que generó protestas y molestias entre los motociclistas bogotanos.

En el mes de abril del año 2011 en Valledupar se tomó la misma decisión, la cual también generó rechazo de parte del gremio de motociclistas. El decreto en ese momento tuvo una vigencia de dos meses, de lunes a domingo, las 24 horas del día, como un plan de choque para frenar la ola de homicidios que sacudía a la ciudad, donde el 90 % de los mismos había sido cometido con el uso de motocicletas.

Esta medida en la capital cesarense se ha mantenido a través de las distintas administraciones de turno. El pasado 11 de enero, el alcalde Augusto Ramírez Uhía firmó el nuevo Decreto con el que le daba seis meses más de vida a la norma de prohibir el parrillero hombre.

Lo que ocurre en Bogotá es sinónimo del gran problema en el que se han convertido las motos en varios aspectos: movilidad, accidentalidad e inseguridad.

Justo cuando el tema se reaviva en la capital del país, el Comité de Emsambladoras de Motocicletas de la Cámara de la Industria Automotriz de la Andi, afirma que en el 2017 se registró el 7,1 % menos víctimas en accidentes frente al 2016, un positivo balance para ellos.

La cifra es del Observatorio Nacional de Seguridad Vial, que además afirma que desde el 2010, no se presentaba una reducción en el número de fallecidos en accidentes de moto, lo que representa un cambio importante en esta tendencia que se espera continúe a la baja para los años siguientes. El informe del Observatorio explica que durante el 2017 se registraron 245 accidentes menos que en el 2016.

Alrededor de las motos existen cifras interesantes: Por ejemplo: más de una cuarta parte de los hogares en Colombia cuenta con una moto; este medio de transporte apoya la generación de empleo de 2,6 millones de personas, y si cada trabajador que devenga su sustento gracias a la motocicleta tiene tres familiares, la moto apoya la subsistencia directa de más de 7,8 millones de colombianos.

Aunque ya no se registran altos índices de homicidios, perpetrados por sicarios motorizados, los atracos y raponazos callejeros los cometen hombres en motos, de los cuales casi siempre actúa el parrillero. En Valledupar, y en términos generales, en todo el país, la inseguridad ciudadana es el dolor de cabeza de las autoridades, así como las altas cifras de accidentalidad, generadas por los motociclistas (en algunas ciudades empeoradas por los mototaxistas).

No deja de ser un dilema para las autoridades el tema de las motos; sin embargo, los controles a las motos deben continuarse, así como las medidas para garantizar la seguridad, y de manera urgente, deben reforzar las acciones para que los motociclistas sean mejores conductores y respeten las señales de tránsito.

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