X

Dictador o tirano

“Si usted como ciudadano entiende lo que habla el dictador, entonces tome una decisión: o sigue al farsante o asume el reto de una persona seria”.

Establecer las características de un dictador podría ser tarea fácil si no se está a favor de su gobierno, calificarlo con improperios, sarcasmo e ironía por cualquier actuación dentro de la perversa legalidad hasta produciría cierto cosquilleo, pero de por medio está el ejercicio del voto popular de quienes consciente o irresponsablemente le eligieron cuando se creía participaban en un proceso democrático.

El dictador aparece y se hace porque el pueblo en cierto modo permite crear circunstancias favorables nacidas de esa apatía y descuido por las acciones gobiernistas. El día de elecciones bajo emocionalidad colectiva el pueblo permitió que se limitara el pensamiento a solo creer en un cambio de todo a favor de la nación con un manejo de los indigentes y de los más pobres.

Es desde ese día vocero de los desempleados, maestro de los educandos, defensor de la democracia y de las leyes modificadas o promulgadas con marcado sesgo favorable a sus zalameros aduladores y a su propio beneficio o en contra de quien se oponga.

Cuando en la gestión pública se pierde esa orientación democrática se puede discernir que se está frente a la forma de gobierno apoyado en la dictadura, en cierta rivalidad con el concepto tajante que ésta siempre proviene o ha descendido de militares para el caso de América Latina, diferenciar entonces entre dictadores y tiranos cuando la democracia es la piscina donde nadan a sus anchas no influye en los resultados subyugantes sobre el verdadero pueblo.

Porque la sociedad colombiana es complaciente, actúa parsimoniosamente, se somete fácil y se mantiene en un letargo social, esperanzada en cualquier momento que el gobernante de turno de cumplimiento a las falacias que sostienen o han dado fortaleza a su conducción gubernamental es que se dejó pasar la oportunidad de vitorear como tal, en el pasado reciente a ilustres dictadores que abusaron de las facultades constitucionales para modificar condiciones de reelección y otras que hoy pesan y sostienen la eventualidad de construirle y facilitarle el camino al tirano, que bien podría afincarse en la corrupción y la ignominia para ejercer con lujo su designio legitimado.

Solo una conciencia colectiva responsable y sensata lograría desterrar el fantasma del tirano de nuestras vidas en el ordenamiento estatal.

Por Alfonso Suarez Arias

Categories: Columnista
Periodista: