Un panfleto, que en realidad fueron varios, circularon por diferentes regiones del país, en la fecha de celebración del día de las madres; todos tenían el mismo cometido, generar angustia y crear el caos. Al final efectivamente sucedió.
Serias amenazas en donde las autodenominadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia -AGC- decretaban un paro armado durante cuatro días y en un comunicado público, con un cordial saludo incluido, determinaban que ‘prohibían abrir negocios de ninguna índole’ y ‘movilizarse en ningún tipo de transporte’ y que en caso de no acatar estas prohibiciones las consecuencias podrían ser desfavorables, sopena de ser ajusticiado y/o declarado objetivo militar por esa organización.
Y comenzaron a partir de estos comunicados, las diferentes reacciones, unos con escepticismos, otros dudando de la veracidad de estos panfletos; otros más, la gran mayoría, con el temor que le asiste a la comunidad, el pueblo raso, ese que no tiene casa campo, ni penthouses, ni villas a donde irse a refugiar y pasar los momentos de crisis.
¿Qué observamos de primera mano? Un análisis simple que corría de voz a voz por todas partes, vemos un estado fallido, amenazado por un grupo armado ilegal que desafía de manera abierta al gobierno, atenta contra el pueblo y no pasa absolutamente nada.
Comenzaron los rumores y las preguntas por todas las redes sociales: mandan a cerrar al de la tienda, pero las grandes cadenas siguen su desarrollo normal, queman el taxi, las busetas y los camiones viejos de pobres trabajadores que derivan su sustento de estos vehículos; matan al pobre vendedor de pollos, o al conductor que hizo caso omiso a la orden de parar, nunca atentaron contra las concesiones de los peajes. Inverosímil.
Es decir, ¿el interés era crear zozobra en el pueblo, pueblo? ¿Dónde estuvo el ejército en estos hechos, dónde la policía, el Esmad? ¿Y los grupos de inteligencia estaban de descanso celebrando el día de las madres?
Después de la extradición a Estados Unidos de alias Otoniel, la organización criminal, el Clan del Golfo, tomó represalias e inició este ‘paro armado’.
Hubo pueblos en los que el temor fue desbordante, las calles vacías y la comunidad intimidada sin salir a nada. Al mejor estilo del Covid 19 en sus días más críticos.
Las cifras no son para jugar a la lleva, aquí mismo casi en las narices del batallón ‘La Popa’ quemaron carros. A nivel nacional se reportaron seis muertos y cientos de carros atacados en todo el territorio.
Las redes sociales dieron cuenta de grafitis en diferentes poblaciones, intimidando de manera inclemente.
Y mientras tanto en ‘ciudad gótica’ la brecha de la desigualdad se marca de manera incontrolable, la corrupción y despilfarro del erario público es cuantioso y perverso; los precios de la canasta familiar están por las nubes; la polarización política cada día divide más al país y esto nos da tanto miedo como el paro armado.
Los grupos criminales bloquean vías, restringen la libre movilidad y envían mensajes amenazantes que obligan el cierre de establecimientos comerciales y la suspensión de clases en colegios y universidades, esto parece ser normal. ¡Oh! ¿Y ahora quién podrá defendernos? Ni el Chapulín Colorado, creo. Sólo Eso.