Este sábado 23 de diciembre se celebra el octavo día de la Novena de Aguinaldos, que simboliza el tiempo de preparación de los católicos para el nacimiento del niño Jesús.
Oración para todos los días
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les distes en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicando por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
Se reza tres veces: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oración a la Virgen María
Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, mereciste que todo un Dios te escogiese por madre suya, por eso suplico que repares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hacen esta novena para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo.
¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardaste para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
Oración a San José
¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan soberanos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.
Os ruego, por el amor que le tuviste al Divino Niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
Se reza un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria al Padre.
Intención del día 8
José y María llegan a Belén buscando hospedaje en los mesones. No encuentran, ya por hallarse todos ocupados, ya porque se les deshace a causa de su pobreza. Empero, nada puede turbar la paz interior de los que están fijos en Dios.
Si José experimentaba tristeza cuando era rechazado de casa en casa, era porque pensaba en María y en el Niño; sonreíase también con santa tranquilidad cuando fijaba la mirada en su casta esposa.
El ruido de cada puerta que se cerraba ante ellos era una dulce melodía para sus oídos. Eso era lo que había venido a buscar. El deseo de esas humillaciones era lo que había contribuido a hacerle tomar la forma humana.
¡Oh! ¡Divino Niño de Belén! Estos días que tantos han pasado en fiestas y diversiones o descansando muellemente en cómodas y ricas mansiones, ha sido para vuestros padres un día de fatiga y vejaciones de toda clase. ¡Ay! ¡El espíritu de Belén es el de un mundo que ha olvidado a Dios! ¡Cuántas veces no ha sido también el nuestro!
El sol se pone detrás de los tejados de Belén. Sus últimos rayos doran la cima de las rocas escarpadas que lo rodean. Hombres groseros codean rudamente al Señor en las calles de aquella aldea oriental y cierran sus puertas al ver a su Madre. La bóveda de los cielos aparece purpurina por encima de esas colinas frecuentadas por pastores. Las estrellas van apareciendo unas tras otras. Algunas horas más y aparecerá el Verbo Eterno.
Oración al Niño Jesús
Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.
Llenos de confianza en vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que, en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.
Se reza tres veces: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Gozos
¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡Oh divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Oh, Adonai potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos!
¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte brazo!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio!
¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Oh lumbre de oriente! ¡Sol de eternos rayos, que entre las tinieblas, tu esplendor veamos!
¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Espejo sin mancha! ¡Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño da al mísero, amparo!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Rey de las naciones! Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño,
¡Niño que apacientas, con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo!
¡Ven, hermoso Niño, ven, Dios humanado, luce, hermosa estrella, brota, flor del campo!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Ven, que ya María, previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado!
¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Véanse mis ojos, de ti enamorados, bese ya tus plantas, bese ya tus manos!¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven! ¡No tardes tanto!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!