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Desminar, desescalar y avanzar, nuevos verbos lúdicos

Cuando los negociadores en La Habana hablan de frente al país de avanzar rápido en el proceso, desminar territorios, humanizar y bajar la intensidad de la guerra durante cuatro meses, son acciones reales que se convierten en música para los oídos de los colombianos, aunque quede pendiente la talanquera donde el Fiscal de la Nación advierte que en unas negociaciones de paz sin justicia, especialmente de tipo penal, es hoy un imposible ético y jurídico.

Pero lo cierto es que este tipo de interpretaciones tenemos que aterrizarlas porque este proyecto audaz se está acabando, “por su bien o por mal”, como dice Humberto de la Calle. Hemos llegado a un punto de inflexión. Necesitamos que se den pasos firmes para acabar esta guerra inútil y llegar a un cese definitivo de las hostilidades.

Los colombianos estamos hastiados y muy aburridos de este mar de posiciones mediáticas y de protagonismos baratos. Lo que necesitamos son gestos audaces e intensos que nos muestren el camino de la paz para acabar con esta guerra que parece no tener fin y que nos señala en el exterior como ineptos. Solo podemos resolver con balas nuestras diferencias, desconociendo el código universal del diálogo civilizado y honesto.

Sin embargo, hoy el camino es muy prometedor porque está claro que ninguna de las partes desea continuar la guerra. No queremos más víctimas, debemos modular el tono de las declaraciones entre las partes para llegar también a un desescalamiento verbal digno y oportuno. Sabemos que no es posible pactar un modelo de impunidad para la guerrilla, pero cualquier esfuerzo que sume, vale la pena. Además, debemos ser creativos y audaces para garantizar la seguridad de las Farc y no llegar a convertirlas durante el posconflicto en carne de cañón, como ya pasó en ocasiones similares.

Llegó la hora de las oportunidades y las Farc con el anuncio de extender la tregua unilateral a cuatro meses, así lo han entendido. Hoy, se inician las negociaciones del cese bilateral del fuego, la dejación de las armas y el desescalamiento del conflicto para llegar sin demoras a un acuerdo final. El proceso de paz recibió un tanque de oxígeno prometedor y cargado de esperanzas en la búsqueda de una formula judicial que satisfaga a las víctimas, al país y los estándares internacionales. Los ojos también están mirando y apoyando la gestión que puedan realizar la Onu, Odesur y Uruguay.

Ahora si se están dando pasos estratégicos hacia la paz que seguramente encontrarán un camino espinoso con fuertes vientos y mareas altas, pero desde esta columna en EL PILÓN, somos unos convencidos que tenemos la obligación de avanzar para humanizar la guerra, evitar más víctimas y menos daños ecológicos, mientras se llega a un acuerdo definitivo, actuando con cabeza fría, el corazón caliente y la mano extendida.

Gustavo_Cotez_Medina: