Hay un pensamiento filosófico que coincide con la neuropsicología, según lo cual el ser humano posee un poder interior que si se le reconoce y desarrolla puede mejorar su ser y su quehacer.
Sustentación filosófica. Ortega y Gasset afirma en una célebre frase suya que el hombre es él y sus circunstancias, queriendo significar que su conducta está determinada por su personalidad, la que alberga su poder interior, y por los hechos externos.
Detengámonos aquí, en el poder interior, al que Socrates, el primero de los filósofos precristianos de los filósofos paganos, identificaba con el vocablo Daimon, como algo divino, como un dios.
Con Aristóteles también podemos referirnos a aquella distinción que él hace entre la potencia -poder interior- y el acto, es decir, entre la posibilidad de llegar a ser algo y la realización de ese ser algo. El cristianismo lo denomina vida interior.
Es una potencia, posibilidad, que está presente en todo hombre, la cual debe ser reconocida por este a fin de mejorar su psiquis, en su propio beneficio y en el de otros. Ese poder puede estar patente en la persona o habrá necesidad de descubrirlo.
Es propio de la condición humana evolucionar, proyectarse, transformarse moralmente: ser virtuoso.
Platón consideraba que el hombre es una unidad conformada, por una parte biológica, por otra psicológica y una tercera que llamaba nous, que es la que traducimos como inteligencia.
Es su misma consideración tripartita del alma: concupiscible, sensible y racional; y de nuevo: instintiva, emotiva, intelectiva. Esta segmentación en la unidad le permite al hombre una evolución desde lo más elemental a lo más complejo: desde lo animal a lo humano y luego a lo divino.
Es esta una concepción precristiana. Para el cristianismo, el hombre puede endiosarse, mediante el cultivo de su vida interior -poder interior-, pretendiendo una vida santa, con la constancia de quien siembra una semilla y la cuida hasta que se convierte en un árbol.
No obstante, es necesario reconocer los límites de ese poder, para vencerlos y avanzar, y creer, y lograr un ideal que supere los
sentimientos negativos, especialmente el de la muerte; hay necesidad de enamorarse de una vida con significación individual y social.
Para comprender esta idea podemos valernos de la figura de lo vertical. Que la vida esté inspirada por motivos nobles, de constante superación, entendiendo que generalmente lo difícil suele tener un vínculo con lo bueno, con lo que trasciende, y lo fácil con lo fútil, con lo que no nos eleva; lo difícil nos muestra un camino hacia arriba y lo fácil hacia abajo.
Tanto en lo individual como en lo colectivo, una vida propositiva alegra el corazón humano y lo hace más solidario.
Termino con el siguiente saludo: feliz cumpleaños hoy a los abnegados empresarios mellos Orozco, Juan y Jaime. Para todos los lectores Feliz Navidad, Pascua y próximo año. Desde los montes de Pueblo Bello. rodrigolopezbarros@hotmail.com