La promesa de eliminar el carbón obtuvo el apoyo de 23 países más en la conferencia climática de la ONU el jueves pasado, pero fue rechazada por los grandes usuarios del más sucio de los combustibles que causan el calentamiento global. El compromiso de eliminar el carbón no incluyó a Australia, India, Estados Unidos y China, que tienen alrededor de la mitad de las plantas de carbón en funcionamiento en todo el mundo y planean construir más. Las naciones más ricas acordaron dejar la energía del carbón para la década de 2030 y las más pobres para la de 2040.
Las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la quema de carbón son el principal factor que contribuye al cambio climático, y se considera vital que el mundo abandone el carbón para lograr los objetivos climáticos globales.
La energía a base de carbón produce más de un tercio de la electricidad mundial, muchos países en desarrollo dependen actualmente de carbón barato y accesible para alimentar sus economías, tal como lo hicieron los países desarrollados desde la Revolución Industrial del siglo XIX en adelante, a pesar de los costos para el medio ambiente y la salud pública.
La Agencia Internacional de Energía, el organismo de control mundial de la energía, manifestó: “Pese a las promesas anunciadas en la COP26, todavía es prematuro celebrar, el mundo está en una vía de 2,7 grados, una vía catastrófica, por lo tanto, estamos muy lejos de mantener vivo el objetivo de 1,5°C del Acuerdo de París. No podemos ser complacientes”.
Adicionalmente, el Programa de la ONU para el Medio Ambiente resaltó que los países más pobres necesitaban entre cinco y diez veces más dinero para adaptarse a las consecuencias del cambio climático. El desfinanciamiento obedece a que los países más ricos no cumplieron con el plazo de 2020 para entregar 100.000 millones de dólares al año en financiación climática.
En ese sentido, la meta o propósito de descarbonizacion estará en riesgo, pues los países que dependen del carbón necesitan de la ayuda financiera.
Las iniciativas de la COP26 que procuran dar un salto hacia la transición de la energía del carbón a la energía limpia, están antecedidas de la disminución de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2), principal gas de efecto invernadero, que presentaron un descenso del 5,8 % en 2020, no obstante, en diciembre del mismo año empezó a mostrar signos de recuperación del 2 %.
En lo relacionado con Colombia, las emisiones de CO2 en 2020 han sido de 90,252 megatoneladas, con lo que el país ocupa el puesto 144 del ranking de países por emisiones de CO2, formado por 184 países. No somos un país generador de CO2, pero sí ocupamos un lugar importante en la exportación del mineral, incluso pese a la reducción de la producción cercana al 40 %, además, somos frágiles por posición geográfica de los efectos del cambio climático.
Decrecimiento de la industria del carbón y las determinaciones de la COP26 tienen impacto en el modelo productivo del departamento del Cesar, anticipada a finales del año pasado con el anuncio de suspensión de actividades por parte de Prodeco y CNR. Es el momento de escuchar el tamboreo y sentarse (gremios, clase política, universidades, sociedad civil) para revisar las tendencias y comprender el entorno de las decisiones del orden mundial, en aras de diseñar apuestas de desarrollo económico que atiendan las nuevas necesidades que demanda la humanidad. Toca prepararse construyendo el futuro para que las irrupciones de todo tipo no nos sorprendan con los pantalones abajo. @LuchoDiaz12