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¡Desayunemos ‘Fico’!

Como lo he sustentado en varias columnas y ahora más seguro que nunca, Federico Gutiérrez será el próximo Presidente de los colombianos. La torpeza de la extrema izquierda y sus recientes escándalos -el perdón social, las embarradas de Piedad Córdoba y la información que pronto el “Pollo” Carvajal compartirá con la justicia española- le pasarán cuenta de cobro a Petro. Por eso, a quien quiero invitar a compartir las 3 comidas en un mismo día para que hablemos de la Colombia que soñamos, es a ‘Fico’.

En el desayuno, el almuerzo y la cena me plantearía como objetivo decirle al próximo Presidente lo que muchos colombianos esperamos que suceda en su gobierno; esto con el fin de evitar, a toda costa, repetir el conejo que nos hicieron en el 2010 cuando votamos por Santos convencidos de que continuaría con la Seguridad Democrática y lo que hizo fue implementar la “impunidad guerrillera”. Las FARC ya estaban arrinconadas, en su mínima expresión histórica, desertaron miles de guerrilleros por la presión de nuestras Fuerzas Militares y se les lanzó un salvavidas que los tiene hoy en el Congreso, sin indemnizar a las víctimas ni entregar las rutas del narcotráfico y con las disidencias delinquiendo, asesinando y secuestrando. ¡Conejazo a pesar de que ganó el no!

¿Qué le diría a ‘Fico’ mientras desayunamos unos deliciosos rosquetes? 

Que queremos que se respete y defienda la Constitución de 1991; es garantista, ¡hay que cumplirla!

Que queremos que lo que dicta nuestro escudo -Libertad y Orden- se cumpla a carta cabal. 

Que se respalde el quehacer de nuestras Fuerzas Militares y de Policía -importante de todas maneras poner en marcha un proceso de higienización para erradicar la corrupción de las filas-. También que se mantenga el ESMAD para controlar las protestas sociales que deben ser pacíficas y autorizadas por las autoridades correspondientes. 

Que la libre empresa y el libre mercado se apoyen con decisiones desde el alto gobierno permitiendo que el emprendimiento, la economía naranja y en general la creación de empresas en Colombia permitan la generación de riqueza, de más y mejor empleo, de mayores exportaciones, etc.

Que el cobro de impuestos sea realmente proporcional a los ingresos y al patrimonio de tal manera que los que más tienen más paguen. En este tema es clave que se supriman las millonarias exenciones tributarias que favorecen a algunos que todos sabemos que deben pagar más. 

Que el estado transite por un proceso juicioso de reducción de personal que permita ahorros millonarios, una mejor repartición de tareas entre los funcionarios, la eliminación de “corbatas” y que evaluaciones de desempeño permitan definir la continuidad o no de estos servidores públicos. No es utópico soñar con un estado eficiente.

Que el estado se enfoque en desarrollar un papel de gendarmería, es decir, que le deje a los privados las iniciativas empresariales que puedan tener a su cargo y Colombia, como estado, sólo mantenga aquellos roles como por ejemplo el monopolio de las armas y se dedique, por medio de las superintendencias, a velar por que los privados cumplan con sus obligaciones.

Que los derechos de los colombianos a servicios como la salud, la vivienda, la educación, a servicios públicos de calidad, entre otros, se garanticen a la luz de la declaración de Colombia como un Estado Social de Derecho como aparece en la Constitución del 91. 

Que el sistema pensional actual se mantenga, se mejore y fortalezca. Hay que defender “a capa y espada” los ahorros de los millones de colombianos que aportan diariamente a sus cuentas individuales en los fondos privados, así como los de quienes estamos bajo el régimen de Colpensiones. Con esa platica no se juega, de su manejo dependemos todos, nuestra vejez, nuestro bienestar actual y en el futuro. Un manejo irresponsable de este tema terminaría, sin duda, desencadenando una guerra civil.

Aquí le diría que tomáramos aire, camináramos un poco, organizáramos nuestras ideas y nos preparáramos para seguir esta conversación durante un rico almuerzo. En 8 días esperen el segundo golpe…

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Jorge Eduardo Ávila: