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Desarrollo sin destrucción

Hace algunos años los activistas ecológicos han acuñado la consigna de “desarrollo sin destrucción” manifestando así la necesidad de continuar el progreso pero haciendo consideración de las implicaciones ecológicas. Este principio orientador cabe dentro de los lineamientos generales de utilizar todas las oportunidades posibles dentro del sistema, para someter la actividad económica privada al interés ecológico colectivo. Sin embargo, es indudable que a medida que la lucha ecológica avanza, en el grado en que se esclarece su naturaleza y sus implicaciones, toma cuerpo un cuestionamiento de fondo a las concepciones que subyacen en la organización social contemporánea, particularmente en la modalidad capitalista aunque tampoco estén exentos los países con ideas socialistas el proceso económico y el debate político cualquiera que sea la apreciación que sobre ellos se tenga se suponen orientados a la búsqueda del bienestar. Pero lo que este termina desinando se critica y se desafía.

En primer lugar porque los sectores más desfavorecidos del planeta no están dispuestos aceptar una distribución del bienestar tan inequitativa como hasta ahora.

Por bienestar ya no podrá entenderse el de una minoría. Ni tampoco podrán ser excluidas las generaciones futuras, ninguna minoría poderosa podrá “mejorar” su situación descargando los costos o las secuelas de la contaminación sobre la mayoría o sobre los hombres y mujeres que están por nacer.

De otra parte, el bienestar tampoco será más la alienación del consumo irracional. Esta prevención del pensamiento y el sentimiento sostenido por la naturaleza estructural del capitalismo, deberá ser superada como condición de supervivencia de la especie, como posibilidad de una vida decorosa para miles de millones de seres humanos relegados a la indigencia y como necesidad de la liberación humana total de la esclavitud que todavía existe del consumo aberrante de la relación enajenada de las cosas.

La permanencia y trascendencia de la vida humana sobre el globo, ha adquirido recientemente preocupante matices de inestabilidad. Este hecho multicausal puede resumir sus orígenes en equivocados patrones de conducta para con el entorno: irresponsabilidad, tan pronto como el hombre fue adquiriendo herramientas que le hacían más fácil la vida, miró con mayor confianza el medio que le proveía su sustento y esa confianza hizo que comenzara a utilizar irresponsablemente lo que la naturaleza le brindaba tomando cada vez más y más; imprevisión, en aras del desarrollo ha olvidado que los recursos de agotan, que para cosechar hay que sembrar y sembrar bien, sino las cosechas no son buenas. Perdió en los archivos de su memoria el significado de la palabra “prever” y al ignorarla no midió las consecuencias de sus actos; son esas consecuencias de aptitudes agresivas y vandálicas las que ahora lo acosan entre ellas, consumismo y la contaminación de la existencia.

*Especializado en gestión ambiental.

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Hernan_Maestre_Martinez: