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Desarrollo para La Guajira y norte del Cesar

No controvierto los límites del departamento del Cesar,  no pudieron ser diferentes, ya que el político samario José Ignasio Vives Echeverría  adelantó  la creación de La Guajira mediante un acto legislativo del Congreso de la República. Pero  los límites del Cesar no son reales desde un punto de vista sociológico.

Consideremos los posibles límites de La Guajira y el norte del Cesar. Un estudio de su población y territorio  mostrarían una unidad mejor lograda por semejanzas y complementariedad. Debatamos esta cuestión como quiera que existen normas legales y constitucionales que estimulan un desarrollo común.

Los líderes respectivos pueden llevar a cabo este propósito; a los habitantes de esta unidad geográfica nos resulta relativamente fácil  estrechar aún más los respectivos lazos de confianza  que naturalmente hemos mantenido, por nuestra común herencia ancestral.

Con el fin de estimular ese objetivo, en principio, se me ocurren  realizaciones de  eventos culturales recíprocos que nos acerquen aún más, y  se convengan  los acuerdos gubernativos oficiales que sean posibles.

La Guajira cuenta con un bien público de la mayor trascendencia para el desarrollo de todo ese departamento y el norte del Cesar: la abandonada Represa del río  Ranchería. Los políticos del interior del país no se han pellizcado al respecto y quizá muy poco los guajiros y cesarenses.

Allí hay un patrimonio público con repercusiones sociales invaluables que hoy día, sin embargo, hay que considerarlo un detrimento patrimonial de la nación cuyos responsables son el Gobierno nacional anterior y el actual.

Ahora que están de moda las tutelas judiciales para poder activar ciertos aspectos de la rama ejecutiva bien podría pensarse en una tutela a propósito,  porque, ¿cuántos derechos fundamentales constitucionales no se han estado violando al respecto? También pudiera ejercitarse una acción popular o de grupo.  

Desde luego, para los micros y macros proyectos económicos y sociales, en la unidad regional referida, se requiere el concurso de los sectores privado y público, y de la voluntad de la ciudadanía en general. Pero es menester un equipo de personas que planifique y suministre consejería a esta magna empresa, y que la energice, por lo menos inicialmente.

Por eso vengo pensando en el cuadro maravilloso de jóvenes profesionales, del Cesar y La Guajira, científicos y tecnólogos, regados por el país y fuera de él,  prestando  esenciales servicios en diferentes lugares del planeta, a quienes les solicitamos, que sin abandonar sus respectivas responsabilidades laborales, nos echen una mano acá. Esa es la razón por la cual le he pedido el favor, como lo escribí en mi columna anterior, al eficiente conciudadano Rodolfo Campo Soto que se dé a la tarea de contactarlos, y a fe que lo hará, según se ha comprometido. Desde los montes de Pueblo Bello.

rodrigolopezbarros@hotmail.com.

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