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Desarmar los espíritus y derrotar los miedos

Los grandes desafíos que se avecinan en Colombia deben ser la base para enfrentarnos a los miedos con valentía y para desarmar los espíritus con la esperanza cierta que los cambios anunciados en los acuerdos de La Habana, nos permitan pasar de la guerra a la construcción de la paz, que es ir más allá de la ausencia del conflicto armado.

Esperamos con el plebiscito una campaña digna, llena de oportunidades sin tener que tragar sapos, especialmente para los empresarios que en vez de esperar sentados y expectantes deben pasar al tablero para administrar los riesgos y asumir sus nuevas responsabilidades sin temor a los cambios que traería el proceso de paz como la propuesta de un catastro nacional, la actualización de la titulación de tierras, fortalecer los movimientos sociales y propiciar el crecimiento equilibrado de las regiones ayudando con los aportes de las cuotas iniciales en sus despegues para lograr la autonomía y manejo de sus propios recursos.

Tenemos que aprender a vivir con los cambios anunciados y aprobados que pueden significar nuevos vientos unida al abandono y sustitución de los cultivos de coca. Debemos tener claro que “la guerra nos degrada a todos por igual” y no podemos quedar atrapados por el miedo y la resistencia que producen los cambios. Tenemos que transmitir al país los sentimientos de ilusión, de esperanza y de crecimiento económico, sin hablar de cuentas de cobro ni costos políticos.

Se necesita aprender a tender puentes con los distintos sectores de la política nacional, sin ofensas ni sectarismos y mucho menos con actitudes vergonzantes, porque la consigna nacional debe ser ponerle punto final a la guerra, sin cabos sueltos, donde todos seremos ganadores. Además, la paciencia de la opinión pública se está empezando a saturar frente a las negociaciones de La Habana que parecen no tener fin.

Apoyamos sin condiciones el Plan de Transformación del Ejército Nacional y la serie de cambios que se esperan con su entrada en funcionamiento que no solo beneficiará a sus 240.000 integrantes sino que tendrá importantes repercusiones en la sociedad en general por los factores desestabilizadores que aún subsisten con el Eln, las bandas criminales, la minería ilegal y los grupos de narcotraficantes. Esta transformación es una necesidad sentida que venía represada desde hace varios años. La estructura añeja del ejército debía cambiar y el cambio ya comenzó a funcionar.

Nelson Mandela decía con frecuencia “Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo. Entonces él se vuelve tu compañero”.

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