Por Luis Elquis Díaz
@LuchoDiaz12
Cada periodo que inicia necesita la evaluación del horizonte definido en diferentes momentos, tiempos y plazos. Este diagnóstico es indispensable en las perspectivas personal, empresarial y para las instituciones gubernamentales. Definir la ruta estratégica que guiarán los logros personales, la misión de la empresa y el plan de desarrollo de los alcaldes y gobernadores que arrancan su gobierno deben valorar con mucho criterio lo que sucede en el entorno.
El entorno mundial, nacional y local avista una cascada indómita que viene afectando al mundo en los últimos años. Las indóciles variables que mantienen el vilo mundial se desarrollan entre la guerra y los conflictos, la política polarizada, la continua crisis del costo de la vida y los impactos cada vez mayores de un clima cambiante están desestabilizando el orden global.
Sin embargo, la economía mundial está en mejor situación que hace un año, el riesgo de una recesión mundial ha disminuido, en gran parte debido a la fortaleza de la economía de Estados Unidos; pero las vigentes tensiones geopolíticas son fertilizantes que podrían crear nuevos peligros a corto plazo para la economía mundial. Se prevé que en 2024 el crecimiento del comercio mundial será solo la mitad del promedio registrado en la década anterior a la pandemia. El crecimiento mundial se desacelerará por tercer año consecutivo, pasará del 2,6 % registrado el año pasado al 2,4 % en 2024, esto es, casi tres cuartos de punto porcentual por debajo del promedio de la década de 2010.
Entre tanto, la economía y política colombiana enfrentará en 2024 un período de ajuste y con signos de incertidumbre. Este escenario transitará en el mismo riel con las reformas sociales de salud, pensional, laboral, el desafío de la paz total y la relación con los nuevos mandatarios locales. Las reformas propuestas por el presidente Gustavo Petro, tendrán un reto económico y político, estas son dos variables que convocan las siempre polémicas reformas tributarias, porque son caracterizadas por la negociación de los grupos de interés más poderosos del país con el gobierno de turno.
Es probable que muchos colombianos se pregunten: ¿por qué en Colombia se hacen tantas reformas tributarias? No es una pregunta sencilla de responder, pero los siguientes elementos ayudan a comprender la situación y al gobierno de turno: exigua planificación en materia tributaria, las reformas han sido coyunturales en vez de estructurales y largo plazo, dependencia de los recursos provenientes de la venta de hidrocarburos y materias primas, bajo recaudo debido a las gabelas dadas a los empresarios mediante exenciones, deducciones especiales, descuentos tributarios y tarifas diferenciales, la evasión y el inexorable contrabando. Las reformas serán sin lugar a dudas protagonistas del escenario nacional por su impacto mediático, estímulo para la polarización e idealización de la dialéctica política y por el significado de desgaste o devenir del Gobierno del presidente Gustavo Petro. En todo caso mi aspiración como colombiano está orientada hacia el bienestar y progreso del país, porque al país político lo entiendo muy bien.
Hace mucho rato viene en boga que en la próxima década se formará un orden multipolar o fragmentado, agitado por las amenazas relacionadas con el clima y en el corto plazo la información errónea y la desinformación. Aunque el propósito 2024 invoca la idea de reconstruir la confianza con base en el diálogo abierto y constructivo entre líderes del gobierno, las empresas y la sociedad civil, la perspectiva global es pesimista, pero “Dios aprieta, pero no ahorca”. Los desafíos que enfrenta el mundo no son indiferentes para Colombia, pero en nuestro país tenemos problemas adicionales, que requieren la materialización del cacareado e histórico acuerdo nacional.