La fuente de ingresos por explotación de carbón en el departamento del Cesar data del año 1986. Esa circunstancia coyuntural se ve reflejada en el giro de recursos del Sistema General de Regalías, los cuales en el periodo comprendido entre los años 2012 y 2017 ascienden a un valor superior de $2,4 billones.
La economía en el departamento del Cesar ha mantenido un crecimiento económico elevado en los últimos años. Sin embargo, este comportamiento es incoherente con los altos niveles de pobreza con los cuales convive la gente en el territorio.
Luego de 32 años de explotación minera el departamento personifica lo puntualizado por los profesores Daron Acemoglu y James A. Robinson en su libro ‘Por qué fracasan las naciones’, en el cual argumentan que la raíz del progreso de la pobreza de las naciones radica en la debilidad e incumplimiento misional de las instituciones de naturaleza inclusiva, en contraste, asoma el patrocinio de las instituciones que denominan extractivas que funcionan extrayendo recursos de la economía, con el fin de apalancar a quienes ostentan el poder político en aras de garantizar su continuidad.
Vale la pena contextualizar que en este tiempo de incertidumbre, debido a la crisis de salud pública mundial impuesta por el covid–19, ha surgido una fuerza unánime que invita a reinventarse, a partir de iniciativas generadoras de cambios en los sectores económico, político, salud y social. No obstante, también es pertinente subrayar que el progreso de la pobreza en el territorio ha coincidido con el periodo de 12 años en el poder de la familia Monsalvo–Gnecco. No hay ninguna forma que justifique la práctica en la gestión gubernamental de mirar el retrovisor, pues terminarían chuzándose los ojos.
El olor a pobreza se respira en un territorio privilegiado por la naturaleza, prefiero no imaginar cómo sería la situación en condiciones contrarias. Fíjense que no es invento ni un ataque desaforado por efectos políticos, no señores, hablo en nombre de la mayoría de los cesarenses.
Esta semana el DANE reveló las estadísticas que en materia de pobreza extrema ubica al departamento del Cesar en el tercer lugar (270.000 cesarenses). En cuanto a la situación de pobreza estamos en el quinto lugar (636.000 cesarenses).
Lo que nos hiere o daña no es lo que nos sucede, sino nuestra respuesta a lo que nos sucede, resalta Stephen Covey en su libro ‘Los siete hábitos de las personas altamente efectivas’, sin embargo, con exiguas y valerosas excepciones la dirigencia política del departamento del Cesar entiende otra cosa, prefieren recibir el calor del faldón que reparte y formaliza los designios del poder.
Ese facilismo o acomodamiento nos remonta al vasallaje concepto propio de la edad media y relacionado con el sistema feudal, esa actitud de sumisión gangrena los preceptos de la confrontación política como instrumento que lucha por lograr el poder.
Pareciera que embelesados solo estuvieran interesados en amasar el botín, inclusive no comprenden el sentido exacto de la frustración ciudadana, esto me hace recordar este pasaje de la novela de ‘Gabo’, ‘El general en su laberinto’ publicada en 1989: “Cuando un Bolívar agotado dice, jugando ajedrez con fray Sebastián de Sigüenza: ‘El que almuerza con la soberbia cena con la vergüenza’”.
En el departamento del Cesar debemos romper el círculo vicioso que nos gobierna. Desde esta tribuna hago un llamado a los jóvenes vallenatos que trabajamos en Bogotá en todo tipo de cargos (me incluyo) para que nos sentemos a hablar del territorio, para construir una plataforma con luz propia que compita por el poder, seguir respondiendo con silencio o acomodándonos al faldón solo servirá para generar más de lo mismo. Esa actitud insolidaria es un pecado imperdonable que no debe cometer esta generación.