Hemos insistido hasta la saciedad en la imperiosa necesidad de atender de manera integral a las zonas rurales. Y cuando hablamos de integralidad y de ruralidad nos referimos a todos esos aspectos de los que adolecen los corregimientos y de contera las veredas y las fincas circundantes.
No hace mucho, escribíamos en este espacio, reseñando infortunadamente la situación de abandono en materia de seguridad a la que están sometidas las zonas rurales. Pero claro, no habrá quien diga que de por sí las ciudades son inseguras, qué podrá quedar para los pueblos y el campo como tal.
Primero lo hicieron con la Luis Rodríguez Valera en Los Venados y se repitió la situación en Guaimaral; para entonces, el secretario de Gobierno de Valledupar, Luis Galvis Núñez, acompañado del Comandante Operativo de la Policía, llegaron hasta Guaimaral y se apersonaron de la situación e investigando lograron recuperar algunos de los elementos que se llevaron de ese colegio.
Ahora se repite, nuevamente, aunque suene reiterativo y ambiguo, pero este no es un problema de semántica; este es un problema de inseguridad, porque otra vez, y al parecer son los mismos de siempre de acuerdo a lo expresado por la atemorizada comunidad, los que se llevaron elementos tecnológicos de la institución educativa Luis Rodríguez Valera, del corregimiento de El Perro.
Y ante eso nos preguntamos: ¿cuál es la posición de las administraciones?, ¿qué piensan o cómo van a actuar los estamentos, alcaldía y gobernación para frenar esta situación y darle tranquilidad a la zona? Porque no es en esa zona solamente; también ocurre frecuentemente en Mariangola y los corregimientos del norte y en las veredas del centro y sur del Cesar. No hay sitios vedados para los vándalos, como tampoco debería de haberlos para la fuerza pública.
Ahora que se vienen tantos proyectos viales, unos que se ejecutan actualmente como la vía que comunica a Aguas Blancas con Codazzi y se planea también asfaltar la vía Cuatro Vientos – Codazzi, la pregunta es: ¿serán estos corredores para el verdadero desarrollo de la región, para el transporte y la integración regional, o serán vías de escape rápido para que los bandidos escapen de manera expedita huyan luego de cometer sus fechorías aquí o allá?
El gobernador y los alcaldes, como jefes del orden y la seguridad en sus jurisdicciones, deben articular o exigir al Ejército y la Policía, las acciones tendientes a brindar seguridad y garantizar la tranquilidad en el territorio. No todos los esfuerzos deben estar centrados en los cascos urbanos, donde de por sí ya hay inseguridad, la sensación de tranquilidad debe llegar a los campos, a los pueblos y a cada hogar y cada familia que en ellos habite.
No podemos seguir mirando desde la barrera como nuestros niños se quedan sin elementos importantes para su educación, de por sí ya desvirtuada por la presencia de la pandemia y todo lo que ha traído con el no poder estar presentes en los salones de clases, como para que también lo poco que hay se lo lleven los ladrones de colegios.
Pedimos que se investigue, que se vaya a la raíz del problema, que se busque el destino final de esos elementos, quien los compa o los reduce y desde ahí acabar con todo el esquema delincuencial. La misma queja la vienen dando a conocer los hacendados y pequeños ganaderos que son objeto del robo constante de ganado y de especies caprinas y cerdos. Démosle una mirada segura al campo.