Siempre hemos leído y escuchado que la democracia es el gobierno del pueblo y para el pueblo, pero no es así, es una frase de cajón es una estrategia para arrebatarle al pueblo sus iniciativas y decisiones. Durante las monarquías se decía que todo poder viene de Dios, con las democracias se comenzó a decir que viene del pueblo, de ahí la expresión “la soberanía recae en la Nación”. Más, cuando se trata de activar esta sentencia, algunos dicen que “consultar a las muchedumbres ignorantes de adecuada información”, es “oclocracia”, expresión casi olvidada (RAE: Gobierno de la muchedumbre o de la plebe). “Oscuro e inepto vulgo”, decía Álvaro Gómez en sus años mozos. Según el filósofo escocés James Mackintosh (1765-1832), la oclocracia es “la autoridad de un populacho corrompido y tumultuoso”. Ignoran deliberadamente que, en Atenas, matriz de la democracia, las decisiones se tomaban en una plaza. Esta forma de expresión fue tan exitosa que trascendió al mundo, igual que Atenas.
La llamada democracia representativa surgió ante la imposibilidad de que millones de personas pudieran reunirse en una plaza a decidir y era preciso delegar en alguien creíble estas responsabilidades. La idea, desde lo práctico no era mala, lo que no se imaginaron fue que esta encomienda iría a caer en manos de facinerosos para su propio provecho porque no se establecieron requisitos mínimos para recibir esta encomienda democrática; al receptor de este enorme poder se le ha llamado senado, congreso, asamblea de diputados o cámara, que una vez constituido se abroga la voluntad popular como órgano legislativo, segundo orden de poder que entra a desconocerlo y a decidir por este sin consultarlo y al cual después le teme consultar.
Ahora que el presidente Petro lanzó la propuesta de la consulta popular amparado en el régimen constitucional, se escandalizan pese a no ser la primera vez que en Colombia surja esta propuesta. Recordemos que Uribe hablaba del gobierno de opinión y todos sus áulicos festejaban, “el gran colombiano” le decían. Algunos dicen que “hacer una consulta es privilegiar al pueblo al colocarlo como la figura central de la democracia”, “que es sembrar odios y divisiones”. Si el soberano no es el centro de la democracia, ¿entonces quién es? Proponer es buscar espacios y nuevos caminos, no sembrar odios. ¿Por qué temerle a la innovación si dicen que todas las consultas las ha perdido el pueblo? El odio es un sentimiento perverso que solo se anida en los más incapaces e inertes; lo que pasa es que a muchos les favorece el statu quo, de este viven y no tienen capacidad dialéctica discernir acerca de las conveniencias nacionales. El concepto “democracia” hay que redefinirlo porque hoy es una máscara para esconder intereses y actuaciones en detrimento de las mayorías olvidadas. En nombre de esta palabreja se han hecho muchas guerras, la desigualdad y la injusticia social han sido legalizadas, muchos pueblos han sido oprimidos, saqueados, sancionados y conquistados sus territorios.
El espejo actual de esta situación es Palestina ante cuya masacre las mal llamadas democracias del mundo han guardado silencio. En Israel no hay democracia, es un Estado gendarme que depende de un solo hombre, un monstruo creado por los EE. UU. y la ONU tras la segunda guerra mundial; Netanyahu es una mascota rabiosa de los EE. UU. que hoy adiestra Trump. Sin embargo, tanto Europa como EE. UU. siguen apoyando esta matanza con armas y dinero, esta insensibilidad no tiene parangón, es una vergüenza mundial. Este domingo vi un seriado sobre lo que allí ha pasado, es terrorífico y vergonzante. Existen muchos países donde no practican elecciones y dependen de una sola persona, pero no hacen esas prácticas salvajes con otros pueblos.
Qué hipócrita es esa democracia. La suerte del mundo está en manos de un solo hombre desquiciado, un inmigrante que tiene al frente a la estatua de la libertad a la que tanto han ultrajado, se llama Trump, capo del mundo, que encarna a Hitler y a Calígula. Después vendrán Yemen, Irán y Venezuela, tres mechas encendidas.
Por: Luis Napoleón de Armas P.