El adagio popular dice que no se puede poner al gato a cuidar a los ratones porque más temprano que tarde termina comiéndoselos, por ende, no podemos poner a los políticos a que sean quienes manejen y controlen el sistema electoral en un país donde los niveles de corrupción tocaron un límite jamás pensado, porque lo que terminan montando es una organización delictiva que deslegitima todo el proceso democrático, y sobre esto los hechos hablan por sí solos.
El simple hecho que el CNE (Consejo Nacional Electoral) sea elegido por el Congreso de la República genera la natural desconfianza por las razones de credibilidad que tiene esa institución y que todos conocemos, puesto que los nueve magistrados elegidos salen de los mismos partidos políticos que sean mayoría en el congreso en el momento de la elección, es decir, “los mismos gatos eligiendo a quienes cuidarán los ratones.”
Pero el sistema está más podrido de lo que el ciudadano se alcanza a imaginar, debido a que han podido camuflar detrás de un proceso aparentemente “democrático”, “libre” ,“transparente”, “participativo” y “representativo”, todo un andamiaje donde la clientela, el chantaje, el delito y todas las formas de engaño y transgresión, les garantiza apropiarse de los impuestos para reelegirse periodo tras periodo.
Los partidos políticos se convierten en el principal actor de este ejercicio, al final son quienes mediante aval (pasaporte para poder inscribirse como candidato a las diferentes corporaciones) se encargan de canalizar los votos que necesitan para llegar a los cargos burocráticos o legislativos para desde ahí manejar los recursos que pagamos los colombianos, dineros extraídos a través de contratos, es de allí donde se sacan las comisiones para poder financiar la siguiente campaña electoral y así sucesivamente por décadas.
Pero el fenómeno de la abstención les facilita el pillaje a esta gente, pues una porción muy grande de la clase media no ejerce su derecho al voto, puesto que al gozar de cierta comodidad y estabilidad prefiere quedarse en casa y no votar, otros ven en la abstención una forma de protesta lo que aumenta a un 52% el número de Colombianos que prefieren no votar; por ende, de ese 48% que si vota el 26% corresponde a los estratos 1 y parte del 2, quienes aprovechan la feria del voto y salen a venderlo por $50.000, a estos últimos mientras les llegue el subsidio cada dos meses, siguen siendo felices.
La pirámide de la corrupción electoral viene desde lo más alto, y para que nos resulte fácil entenderlo, hágase la siguiente pregunta ¿Qué sectores ganan billones a pesar que el país se cae a pedazos y su población se sume en la miseria y el caos? ¿Ya los identificó? Entonces ¿Qué le hace creer que les conviene un cambio en las reglas de juego si así como está el sistema es donde más ganancias obtienen?
La industria farmacéutica, el sistema financiero, la industria militar, grandes constructores por mencionar las más poderosas, financian campañas a congreso y presidencia de tal manera que una vez en el poder empiecen a devolver el favor, por eso usted ve como prácticamente se legisla y se gobierna para estos grupos, amén de los grandes mega contratos que están en cabeza de quienes aportaron dinero para las campañas, a ello súmele el papel de un sector de la prensa, la cual pertenece a los grupos económicos cooptando cualquier intento de crítica.
Mientras no se avance en una reforma profunda y estructural a todo el sistema electoral, entre las cuales los temas gruesos como la financiación, el acceso a la publicidad política, quitarles el manejo del sistema, y la implementación de la cátedra de democracia, herramientas de participación ciudadana y comprensión del estado, cada cuatro años veremos a los mismos o a sus familiares cercanos, sonriendo en las vallas como un grotesco mensaje a la ciudadanía.
Mientras escribía estas líneas, me enteré que pasearon al señor presidente por algunos municipios del Cesar y lo llevaron a inaugurar un parque que costó $1.500 millones en un corregimiento que no cuenta con agua potable, la sola movilización del mandatario cuesta $700 millones, una absoluta y conveniente incoherencia ¡Sacúdete que tiene corrupción!
Por Eloy Gutiérrez Anaya