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Democracia no es solo votar cada cuatro años (primera parte) 

Usted se imaginaría si los bancos aún estuviesen usando los Kardex para los movimientos de las cuentas, o las oficinas usando máquinas de escribir manuales y papel carbón o llevando las cartas a la oficina postal ¿Sería insólito cierto?.  Entonces ¿Por qué vemos normal seguir haciendo fila en los bancos, autenticando papeles o entregando fotocopia del documento de identidad ampliado al 150%, en una era donde existe la biometría y el reconocimiento facial?

Hace muy pocos años, y no me da pena reconocerlo, entendí cual era la razón por la cual en nuestro país solo se ejerce el voto en una sola jornada y hasta las 4:00 p.m. y esto corresponde básicamente a que en el momento de la implementación del voto con la famosa “papeleta” muchas regiones no contaban con energía eléctrica, entonces el conteo debía hacerse con la luz del día, es decir, entre el momento del cierre de las urnas hasta máximo las 6:00 p.m. pero a pesar que el porcentaje de electrificación en 2018 era del 96,5 %,  según datos del SIEL (Sistema de información eléctrico Colombiano), seguimos cerrando las urnas a las 4:00 p.m.

Pero una manera de entender este “misterio” es analizar cómo  en pleno siglo XXI y en el auge de la era digital, cada cuatro años se despliega una monumental logística para movilizar toneladas de elementos (Papel, cartón, cajas, útiles de oficina, bolsas, etc) al que llamamos “material electoral” y este es transportado a todos los rincones del país desplegando operativos no solo logísticos sino de seguridad para garantizar que en cada rincón de la República haya un puesto de votación, es decir, que usted, yo y cada colombiano pueda marcar con un esfero de tinta un tarjetón de papel, si señor, papel y esfero.

Y como la operación es en doble vía, luego de todo un proceso manual de recuento uno a uno de cada uno de estos papeles, el llenado de formularios, ingresarlos en bolsas y volverlos a transportar y custodiar hasta cada una de las oficinas de las registradurías departamentales, para luego ser guardadas en cajas de madera con candados, aun así sabemos que no termina aquí pues deben recontarse para garantizar que las rayitas que se hicieron en el papel hayan quedado bien puestas (escrutinios).

Lo que usted tal vez no sepa es que el material que sobra, que casi siempre es más del 50%, debe ser destruido puesto que ya no puede ser reutilizado para la siguiente elección, no importa si esta es a los dos meses siguientes o dentro del mismo año, cada elección tiene su propio material, pero esto no es relevante debido a que todo esto se justifica con  palabrejas como  “democracia” o “elecciones libres y transparentes”.

La pregunta obligatoria sería: ¿Por qué seguir con un sistema tan arcaico cuando se podría sistematizar todo el proceso al 100%?. La respuesta se podría entender desde dos ángulos, por un interés político y otro económico.

La empresa encargada de organizar las elecciones se llama Thomas Greg & Sons, la cual antes del 2006 tenía contratos por valor de $80 mil millones y milagrosamente pasó a $690 mil millones, lo curioso es que este abultado crecimiento ocurrió en el gobierno de Juan Manuel Santos, quien perteneció a la junta directiva hasta 2006, a la que renunció para ser ministro de Defensa;  según datos del 2014, organizar las elecciones desde la inscripción de las cédulas hasta la digitalización de los formularios E-14 y E-24 costó $684 mil millones; esto sí es un negocio socio.

El otro secreto a voces es el de la frase acuñada “…el que escruta, elige”. Acciones que van desde la venta de “paquetes electorales”, (Un candidato acuerda por una tarifa que el día del escrutinio le aparezcan un número de votos), hasta verdaderos “chocorazos” donde un candidato se acuesta celebrando el triunfo y al dia siguiente amanece ganador el contrincante; o los famosos apagones justo en medio del conteo y los acostumbrados tachones en el formulario E-14 donde se ponen y se quitan votos incluso modificando con enmendaduras.    ¿Y el software? Pues, tema tabú… continuará

Por Eloy Gutiérrez Anaya

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