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Dementes y drogadictos se adueñan de La Nevada

Álvaro o ‘Satanás’, es el loco más agresivo que permanece en ese populoso sector de Valledupar. Abdel Martínez / EL PILÓN

Por Abdel Martínez Pérez
abdel.martinez@elpilon.com.co

Unas diez personas con problemas mentales, entre ellos pareja, que está a punto de tener un bebé, tienen en jaque a los habitantes del sector del parque ‘La Ceiba' o área comercial del barrio La Nevada de Valledupar, porque la mayoría de las veces se tornan agresivos con quienes les llaman la atención por cualquier circunstancias, o porque no acceden a sus pretensiones económicas diarias que las hacen con palabras y señales vulgares.

Es el acontecer diario de estas personas dementes, que en su mayoría están en esas condiciones por efectos del consumo de drogas alucinógenas, otras por patologías psiquiátricas y otras por graves presiones y problemas que no fueron capaces de soportar.

Un grupo de estos ‘hombres de la calle’, se han apoderado de un sector del barrio La Nevada, lo que según la comunidad de esa zona, representa peligro, por lo que requiere de la oportuna intervención de las autoridades de salud, antes que se registren hechos con graves consecuencias.

A raíz del rechazo que estos ‘locos’ e indigentes sienten por parte de la sociedad, que en muchas ocasiones han apedreado los negocios que funcionan en la zona, rompiendo vidrios de las vitrinas y hasta han causado lesiones personales, a quienes tratan de intervenir para evitar esa alteración.

La preocupación de la comunidad de La Nevada, es que entre más días esa zona se llena más de este tipo de personas y hasta el momento ninguna entidad se ha acercado para recogerlos y darles el tratamiento médico que requieran.

El más violento
Según los moradores del populoso sector, uno de los locos más agresivos es de nombre Álvaro, a quien apodan ‘Satanás', nació en Valledupar y al parecer es rechazado por sus familiares debido a su agresividad hacia ellos, como no le dan la ayuda, Álvaro recurre a la mendicidad en las calles de la ciudad y se refugia en el consumo de sustancias alucinógenas.

De acuerdo con la información, en varias ocasiones ha agredido verbalmente a sus padres, incluso ha intentado agredirlos hasta con cuchillo.

Un allegado a la familia que conoce la situación, expresó que un una ocasión quemó en la cara a uno de sus sobrinos al ponerle un cigarrillo y hasta dañó la casa de sus familiares al tirarle piedras porque no le daban plata, o no lo dejaban salir a la calle, para saciar su adicción a la marihuana, el bazuco u otras sustancias psicoactivas.

¿Dónde viven?
En completa miseria conviven los locos, drogadictos e indigentes, quienes se han tomado los alrededores de la plaza principal de La Nevada como lugar habitacional. Unos están debajo de las gradas de la cancha de fútbol, donde tienen colchonetas, cartones y plásticos para protegerse del sol, el frío, la lluvia y de los mismos animales; otros concilian el sueño hasta después de las 9:00 o 10:00 de la mañana en las terrazas de las casas y debajo de unos árboles que adornan el entorno del mismo escenario deportivo.

El trabajo de estas personas, según dicen, es pedir dinero o comida a los vendedores de comida, verduras, carne, pescado, bastimento y de otros productos alimenticios que son comercializados en el sector. Lo que recolectan sea en dinero o en comida, es utilizado para la compra de  bazuco y marihuana en las ‘ollas' o sitios donde las expenden estas sustancias, que según información de las autoridades esos expendios de droga están ubicados en el mismo sector, algunos ya han sido desmantelados.

Cuando los drogadictos no tiene plata, hacen canje con los expendedores de droga, así que cambian comida u otros elementos por la dosis de estupefaciente que requieran; “este, ya es un trueque a diario, es como una especie de compromiso que tienen tanto el consumidor, como el que expende la droga. El primero, lleva que el pescado, la yuca, el plátano, el guineo, la papa, la verdura, el arroz, la panela, la sal y demás ingredientes comestibles, para recibir a cambio las dosis de marimba o de bazuco”, expresó una habitante del sector que por seguridad omitió su nombre.

Una vez tienen la droga en su poder, estos habitantes de la calle se ubican en los lugares donde se albergan para consumir la dosis que han conseguido, o ‘embalarse’ como ellos mimos lo manifiestan. 

El temor de la comunidad es que cuando estos indigentes están desesperados por la falta de droga, se acercan de manera intimidante a los estudiantes y los despojan de los morrales y demás textos y útiles escolares, los más afectados son los alumnos de los colegios que se encuentran en los alrededores.

La comunidad, también se cansó

En una solicitud conjunta, los habitantes del barrio han dicho que ya están cansados de los actos vandálicos que algunos de los locos, indigentes y drogadictos cometen en el sector y requieren la oportuna intervención de las autoridades locales, para que recojan a esas personas y los alojen en un lugar de reposo, para que sean rehabilitadas y alejar al sector de la mendicidad y del consumo de droga que pululan allí.

Una adicta historia de amor
Roger Antonio Blanco Villa, es un barranquillero, de 24 años, quien por su adicción a la droga recibió el rechazo de su familia y salió a caminar por diferentes sectores de la capital del Atlántico y poblaciones de la Región Caribe. En la Arenosa, se conoció con Carmen Celina Arregocés Gutiérrez, oriunda de Valledupar; con ella lleva cinco años compartiendo sus aventuras en la calle en medio de la droga. Según ella confesó a EL PILÓN, está embarazada, tiene casi tres meses de gestación y expresó su preocupación de una posible pérdida de la criatura, porque tiene un quiste y requiere de una pronta intervención quirúrgica. “Yo estoy muy enferma”, explicó Carmen Celina, mientras se agarraba el abdomen, como en señal de que algo le dolía y que es prioridad que un médico la examine.

Esta pareja, que no es agresiva, por el contrario es servicial y apreciada entre los comerciantes del sector, porque hace las veces de ‘vigilante’, además asea el frente de los establecimientos comerciales y se encarga de alejar a quienes tratan de cometer actos delictivos, y a cambio reciben dinero y comida, con la que sacian el hambre y su adicción a la droga.

“Nosotros aquí somos muy apreciados y ellos mismos se lo pueden decir, no andamos robando, ni atracando, vivimos también del rebusque, porque tenemos que comer y nuestra casa, es la calle. Tengo una hija en uno de los colegios de Valledupar, una de mis hermanas está a cargo de ella. Hace 4 años que me vine de Barranquilla con Roger y estamos aquí, viviendo en la calle sin  hacerles dalo a nadie. A veces cogemos rabia con algunos jóvenes que nos molestan  y nos defendemos tirándoles piedra, pero de ahí no pasamos”, señaló Carmen Celina.

Reacción del secretario de Salud Municipal.
“Daremos solución a la salud mental”
El secretario de Salud de Valledupar, Holmer Jiménez Ditta, anunció que habrá una pronta solución a la salud mental, no solo en esta capital, sino en todo el Cesar, con la adecuación, ampliación y remodelación de la Unidad Mental, que depende del hospital ‘Rosario Pumarejo de López', con el fin de albergar a los drogadictos y personas con problemas mentales.

“Estamos trabajando de la mano con la Policía y la Secretaría de Salud Departamental, para la reactivación de ese centro de recuperación que tanto necesita el Cesar, al igual que proyectamos la construcción de una Unidad Mental para adolescentes, para atender la demanda de jóvenes que están perdidos en la drogadicción”, precisó el funcionario.  

Puntos de vista
María Cristina Gómez, comerciante. A mí me tiene amenazada de muerte 'Satanás', aquí viene y me dice que va a venir matándome, porque le digo que no me deje basura al frente del negocio.

José Gregorio Hernández, presidente JAC. Hemos insistido en varias entidades para que recojan a esas personas y no ha sido posible, ya que representa un peligro para nosotros.

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