Otra de las tradicionales costumbres navideñas que no pueden faltar en el menú de diciembre, junto a los aguinaldos y la promesa de ir al gimnasio desde enero, son los elaborados rankings que catalogan los hechos más importantes del año que lentamente se nos va acabando. Algunos son bastante triviales, pero hay otros muy interesantes que nos dejan pensando hacia dónde se dirige Colombia. Pulzo realizó uno de estos últimos que se tituló “Estos 58 muertos no tan célebres también arrugaron el corazón de los colombianos en 2014”, los cuales rememoramos con flashback lejanos y desprendemos una sola conclusión: 2014 fue un año de demasiados muertos.
Desde la tragedia de 33 niños en Fundación que desató un desfile doloroso y eterno de ataúdes blancos por las calles polvorosas del Magdalena, hasta la polémica por el salto mortal al vacío de Sergio Urrego desde la terraza de un centro comercial en Bogotá, aparentemente por no soportar las presiones de su colegio ante su elección sexual, Colombia tuvo en promedio un cadáver semanal para lamentarse y hacerse prometer entre lágrimas de coraje que nada de ello volvería a suceder. Ataques con ácido de secuelas letales, excursiones infortunadas al Amazonas y rayos desoladores conforman un catálogo de no creer sobre crímenes que nada tienen que ver con la guerra que se disputa en lo profundo de la manigua.
Ojalá que los dioses nos deparen un 2015 donde las bajas no deban contarse en un rosario sin fin de nostalgias y odios encontrados. Colombia no puede resignarse a la cotidiana indignación de cada ocho días, como si de una cita puntual con la desesperanza se tratara. Algunas de las horas más tristes de nuestra nación podrían evitarse con una legislación más fuerte y estrategias de mayor severidad sobre los catalizadores criminales de siempre: las balas perdidas, los conductores borrachos, la violencia contra menores, el robo de celulares, las muertes por camisetas de fútbol y en general el guión que repetimos año tras año en un bucle del que parecemos no aprender nada.
Cuentan los rumores provenientes de las Antillas que 2015 será el año de la paz, donde dejaremos atrás la macabra costumbre de balearnos entre nosotros para darle paso a una nueva era de progreso y prosperidad. Esperemos que así sea, pero 58 muertos nos obligan a recordar que la paz no está sólo en acallar los fusiles, sino también en reducir la intolerancia que proporcionalmente cobra más víctimas en cualquier esquina que el conflicto armado. Si las pérdidas humanas se trasladan del campo a la ciudad, de nada habrá valido lo andado hasta ahora.
Porque nuestro país ya no aguanta más dolores de patria ni vacíos en el estómago, pido por un 2015 donde no haya suficiente material para rellenar un escalafón similar. Colombia ha visto demasiados muertos, más de los que un solo país debería soportar.
Obiter Dictum: Y a todas estas, ¿Sony va a proyectar “The Interview” en Colombia? Creo que Kim Jong-Un ni se dará por enterado, prometemos que nadie llamará a contarle. Será nuestro secreto nacional.
Fuad Gonzalo Chacón
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