Instalado el nuevo gobierno municipal de Valledupar, el paso siguiente es la implementación del Plan de Desarrollo. Mientras es expedido el instrumento de planificación que orientará las acciones de la administración durante su periodo de gobierno, la ciudadanía escuchará el acuñado término de las “Victorias Tempranas” que no es otra cosa que los productos pendientes por entregar del gobierno anterior.
Recordemos que el Plan de Desarrollo del gobierno anterior, estará vigente hasta que el nuevo gobierno expida el propio.
El Alcalde Mello Castro y su equipo de gobierno, retoman la oportunidad de construir ciudad y sociedad, desde la perspectiva de largo en la que he sido insistente.
Que la planeación en nuestro ordenamiento jurídico esté circunscrita al periodo de gobierno no implica imposibilidad de hacerlo en lo concebido por Gastón Berger (1991), uno de los fundadores de la prospectiva, que la definió como la ciencia que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en el. Valledupar, necesariamente, debe ser visionada en un periodo de largo plazo, 20 años al menos, en aras de aprovechar los escasos recursos, medir y verificar en cada periodo la efectividad de los cambios y, especialmente, para estructurar objetivos o políticas públicas, como lo destacó Henri Bergson: “en filosofía, el problema bien planteado es un problema resuelto”
Es momento de construir un Plan Estratégico de largo plazo, ejercicio que requiere la intervención de profesiones multidisciplinares y sobre todo, de la participación interinstitucional, que cuente con las herramientas y capacidades para planificar y gestionar el territorio, con el fin de identificar las potencialidades, limitaciones y tendencias que propicien una nueva cultura en el territorio con acciones concretas de forma sostenible, viable y eficiente.
No son fáciles de resolver los problemas de inseguridad, desempleo, movilidad, transporte público, ordenamiento territorial, cultura ciudadana y discontinuidad en la prestación de los servicios públicos.
Solucionar estos problemas en cuatro años es prácticamente una causa milagrosa, insistir en esta proeza garantiza pasaporte al fracaso, las ciudades no se detienen son sistemas en constante evolución, Valledupar, hace rato dejó de ser de casitas de bahareque, esa adrede consideración favoreció la madurez de fragilidades urbanas, muy relacionadas con su rápido crecimiento, característica susceptible de sus encrucijadas actuales, colisionadas con los desafíos de las ciudades planteados por el crecimiento demográfico, el cambio de su estructura, el cambio climático acelerado, la creciente desigualdad y la habitabilidad deficiente.
Cada periodo de gobierno surgen las voces de nuestra otrora vocación agropecuaria, no obstante, se sigue actuando sobre las prácticas convencionales del sector agropecuario, sin advertir la evolución tecnológica, el impacto ambiental ni el fenómeno de crecimiento poblacional.
El campo o el sector agropecuario cada día avanzan en su despoblamiento y son las ciudades receptoras de esta población, que al no estar preparadas para los efectos de estos fenómenos, terminan imposibilitadas para atender el desbordamiento de las demandas ciudadanas.
Virar los intereses hacia la ciudad debe ser un acuerdo perentorio para el gobierno de Mello Castro, la clase política del territorio y la ciudadanía en general, con un propósito cualitativo, identificar la vocación de la ciudad y resolver el interrogante: ¿por qué la ciudad no es atractiva para el inversionista?
Construir el futuro de la ciudad en medio de la avalancha de situaciones que nos muestra el presente, requiere mucha seriedad y de esfuerzos cuantificables y medibles, sin las vanidades del gobernante de turno y que conviden al territorio como objetivo. “No podemos esperar que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”. Albert Einstein.