X

Del corazón de la Sierra Nevada a la Universidad: dos hermanas arhuacas hacen historia en la UNAL de La Paz

Las hermanas Zabala Robles junto al rector de la Universidad Nacional de Colombia, Leopoldo Múnera, y docentes que las acompañaron durante su pregrado en el acto de graduación de la primera promoción de la universidad en la sede La Paz. Foto: Unal.

“Mi nombre es Aty Seynekun Zalabata Robles, soy una mujer arhuaca, una mujer rural también y mujer joven”, se presenta la graduada con mención de honor de Geografía de la primera promoción de la Universidad Nacional de Colombia Sede La Paz. Junto a su hermana, la primera graduada del programa de Gestión Cultural y Comunicativa, Seyniwin Zalabata Robles, vinieron a Valledupar para iniciar en el 2019 sus estudios universitarios desde su pueblo Donachuí, con el firme propósito de que sepamos dónde queda y qué clase de seres humanos aporta a nuestra sociedad vallenata.

En el corazón de la Sierra Nevada de Santa Marta, una región rica en cultura y tradición, se encuentra la historia de dos jóvenes arhuacas que han marcado un hito en la educación y la investigación en Colombia. “Crecí entre las montañas y frías aguas del corazón de la Sierra Nevada de Santa Marta. Precisamente en la comunidad de Donachuí (el nombre tradicional es Jwano’swí), territorio bajo que con orgullo llevo como parte de mí siempre”, destaca Zabala en una entrevista con EL PILÓN.

El río Donachuí, aunque no es ampliamente conocido en fuentes generales como Google, excepto por su localización y condiciones climáticas en algunos sitios web especializados en meteorología, no ha sido objeto de numerosas noticias. Sin embargo, en el ámbito académico, existen trabajos de investigación que han puesto de relieve su importancia, gracias en parte a los esfuerzos de las hermanas Zabala Robles.

 Donachuí, pueblo y territorio arhuaco en la Sierra Nevada de Santa Marta. Foto: Mapcarta.

Este río es un afluente del río Guatapurí y atraviesa el corregimiento de Chemesquemena, en Valledupar. Su relevancia geográfica y cultural se destaca especialmente en el contexto del Resguardo Indígena Kankuamo y la Sierra Nevada de Santa Marta.

Orígenes y motivaciones

Desde muy pequeña, esta joven arhuaca entendió que su territorio era más que un lugar de residencia; era el epicentro de sus raíces y su identidad. “Allí empecé a entender que el territorio era más que ese lugar donde yo vivía, ese lugar donde se encuentra mi familia, ese lugar en que me vio nacer y crecer. Empecé a entender desde muy pequeña que era donde se encontraban mis raíces,” explica Aty en una reflexión sobre sus orígenes.

La decisión de estudiar Geografía no fue casual; fue una elección motivada por el deseo de contribuir a su sociedad y comunidad. “Empezar a estudiar Geografía para mí fue bonito porque era seguir soñando, poder ser un aporte para la sociedad, para mi comunidad, para mi pueblo,” menciona. La geografía, para ella, no era solo una ciencia; era una herramienta fundamental para comprender las relaciones humanas y el entorno en el que se desarrollaban.

Investigación y compromiso con el territorio

Ingresar a la Universidad Nacional de Colombia, específicamente a la sede La Paz, fue el inicio del resto de su vida. “Ingresar a la Universidad Nacional en el 2019 en el segundo semestre… fue cuando empezamos,” recuerda. Esta institución no solo le brindó conocimientos académicos, sino también una experiencia que la transformó para siempre. “La Universidad Nacional como ese espacio de formación donde se busca la transformación social fue la que sin duda despertó en mí eso, como esa mujer, esa joven, que buscaba poder hacer realidad sus sueños”, explica la geógrafa.

El rector de la Universidad Nacional de Colombia, Leopoldo Múnera Ruiz, estuvo presente en la ceremonia del pasado 13 de diciembre por la noche, se refirió a la geografía de la sede La Paz como una frontera: “Habitar las fronteras y la heterogeneidad, vivir en la ambigüedad y en movimiento no significa entregar a la indeterminación absoluta (…) es decir, unidad en la diversidad. Que la sede de La Paz esté rodeada por dos cadenas montañosas: la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá, es quizás una bella metáfora geográfica viviente de la necesaria coexistencia, entre una dinámica existencia de frontera y el imponente enraizamiento de las culturas”. Además aprovechó para ejemplificar su discurso con las hermanas Zabala Robles: “Me gustaría hacer una especial mención a nuestras dos primeras graduandas indígenas”.

El compromiso de Aty con el territorio y la cultura arhuaca se refleja en sus proyectos de investigación. Una de sus primeras incursiones en la investigación fue en un semillero de la carrera de Gestión Cultural y Comunicativa en el que ya estaba su hermana, donde abordó un proyecto titulado “Prácticas culturales desde un enfoque artístico como fortalecimiento cultural: danzar para permanecer.” Este proyecto consistió en el análisis de prácticas culturales como la danza y el tejido en su comunidad, culminando en un documental llamado “Conocimiento ancestral”.

Aty Zabala Robles recibió el título como geógrafa con mención de honor por sus grandes méritos académicos. Foto: Aty Zabala.

Pero aquella no fue sino la primera de sus aventuras investigativas. Más adelante, su investigación se centró en la educación formal superior de personas del pueblo de la Sierra Nevada de Santa Marta, analizando las tensiones y posibilidades territoriales. “Propusimos analizar más de cerca y más de fondo temas que tengan que ver con mi parte… educación formal superior de personas del pueblo de la Sierra Nevada de Santa Marta, tensiones y posibilidades territoriales,” describe Aty Zabala.

También investigó los métodos y contenidos de la enseñanza de la geografía en la formación básica primaria en el centro educativo de su comunidad, con el objetivo de visibilizar y fortalecer la educación en su territorio, con el apoyo y colaboración de la profesora Marcela Chávez. “Decidí investigar acerca de analizar principalmente los métodos y los contenidos de la enseñanza de la Geografía en la formación básica primaria en el centro educativo… siempre he tratado de enfocar mis temas de investigación en esa escuelita, en ese territorio, que es poco conocido”, comenta Aty Zabala.

Esta última investigación hizo parte de la convocatoria del Programa Orquídeas en febrero del 2024, que tiene como objetivo “incrementar el nivel de desarrollo de vocaciones y capacidades investigativas, científicas, tecnológicas y de innovación de las mujeres en las diferentes regiones de Colombia”, dice la convocatoria.

Desafíos y apoyos

El camino no estuvo exento de desafíos. Mudarse de su territorio a la ciudad para estudiar fue un paso difícil, pero su determinación y el apoyo de su familia y la universidad la ayudaron a superarlos. “No fue fácil llegar de ese territorio a la ciudad, pero tener los sueños, claro, fueron también una motivación para seguir adelante”, recuerda Zabala.

La universidad, con su infraestructura y políticas inclusivas, apoyaron la difícil tarea de maternar al hijo de Seyniwin, quién solo tenía 5 años cuando ambas decidieron que lo mejor era irse todos juntos a Valledupar y desde ahí montar su centro de operaciones equidistante, que sirviera para ir hasta los límites entre Valledupar y La Paz donde queda la universidad, pero también tuvieran que recorrer menos si necesitaban subir hasta la Sierra Nevada para ir a sus territorios, bien sea a ver sus familias o investigar. 

“La universidad tiene un espacio muy amplio… la universidad permitió también el ingreso del niño, y eso también sin duda fue lo que facilitó nuestro proceso,” menciona, refiriéndose a cómo su sobrino acompañaba a veces a las clases, lo que demostraba la flexibilidad y el apoyo de la institución. Ahora el sobrino de Aty, de 10 años de edad, dice querer seguir los pasos de su madre y tía, estar en clases reforzó su idea de que la vida académica es laboriosa pero vale mucho la pena.

La academia como herramienta

Para ella, la academia no fue solo un lugar de aprendizaje, sino una herramienta para entender y mejorar su mundo. “Empecé a ver la academia como una herramienta mágica que yo buscaría entender ese mundo desde esas dos visiones y cómo proponer que estos dos conocimientos se puedan complementar de manera que no se jerarquiza,” explica. Su objetivo fue entender el estudio y enseñanza de la Geografía de manera que se complementara con el conocimiento ancestral, sin imponer una visión sobre la otra.

Aty Zabala, con sus palabras oportunas y necesarias, dio el discurso en nombre de los 13 estudiantes graduados de la primera promoción. Foto: Cortesía.

“En esta trayectoria aprendimos que el conocimiento no solo está en los libros o en las aulas, sino también en las conversaciones con nuestras compañeras y compañeros, en cada una de nuestras profesoras y profesores, de nuestras madres y padres, de nuestras mayoras y mayores, y en cada una de las otras ciencias poco reconocidas que se encuentran en los territorios. Hoy estamos aquí entendiendo y reconociendo nuestro proceso formativo como resultado de una construcción colectiva en la que todas y todos hicimos parte”, exaltó Aty Zabala en su discurso de graduación.

Su graduación no solo es un logro personal, sino también un hito para su comunidad. “La Universidad Nacional dio un gran apoyo no solo a mí sino a mi territorio por medio de mí, como primera estudiante de Geografía que se atrevió a cumplir su sueño por medio de esa carrera”, destaca.

Su trabajo ha visibilizado la importancia de la educación y la investigación en contextos culturales específicos, demostrando que la academia puede ser una aliada poderosa para el desarrollo y la preservación de las comunidades indígenas. “Quería visibilizar esa otra cara de la Sierra Nevada… por eso me basé en esa parte de la tierra, en ese territorio que me vio nacer,” concluye.

La historia de esta joven arhuaca es un ejemplo inspirador de cómo la educación y la investigación pueden ser herramientas transformadoras, no solo para el individuo, sino también para la comunidad y el territorio al que pertenecen. Aty, graduada con grado de honor y excelencia académica terminó su discurso de graduación: “Desde lo más profundo de mis raíces, dedico este momento con especial cariño a todas las mujeres indígenas (se le quiebra la voz) mujeres jóvenes, mujeres rurales y mujeres luchadoras, así como a todas aquellas personas que aman y valoran profundamente su territorio de origen”.

Por: Katlin Navarro Luna/ EL PILÓN

Periodista: