Casi seguro que las nuevas generaciones de vallenatos no tienen presente que el nombre de nuestro estadio de fútbol es en honor al exgobernador del departamento del Cesar y exalcalde de Valledupar Armando Maestre Pavajeau, vilmente asesinado por el ELN en el año de 1995.
Mucho menos recordaran que durante muchos años los hinchas del Valledupar Fútbol Club y los vallenatos en general, para referirnos al Armando Maestre Pavajeau, utilizabamos el nombre que le precedió y por el que lo conocíamos todos: el Chemesquemena.
En este recorderis, cómo no hacer referencia además del Chemesquemena a lo que fue el Atlético Cesar ( Afición y jugadores), nuestro equipo entre 1983 y 1995, el equipo que representó a nuestro departamento en la Primera C en esas épocas.
El Valledupar Fútbol Club que nació en el año 2003 y debutó en el 2004 y el Atlético Cesar hoy son historia, hoy son pasado y dejaron de existir. Pero el Chemesquemena o el antiguo Armando Maestre Pavajeau siempre será imborrable, fue un referente en nuestra ciudad; así no tuviera la infraestructura de un gran estadio. Así fuera para esa época un deseo permanente mejorar ese estadio o hacer un nuevo estadio.
Ya fuera por su nombre el Armando Maestre Pavajeau o el Chemesquemena, la ubicación misma de nuestro estadio, lo hacia un referente de Valledupar. Inmerso en nuestra área urbana, en una zona habitada y comercial. Solamente preguntar lo que significaba para barrios como el Guatapurí, Pablo VI y la Granja o el Simón Bolivar, el Doce de Octubre y el Primero de Mayo evidencia la importancia de la ubicación estrategica. Así mismo su cercanía con el Mercado Público de Valledupar.
¡Cuántas historias y anécdotas tendrá nuestro periodismo deportivo del antiguo Chemesquemena!
En fin, siempre se pensó que la nueva versión del Armando Maestre Pavajeau a cargo de la Gobernación del Cesar, permitiría que el antiguo estadio referente, con una buena planeación, con una buena ejecución, con un buen contratista de obra, con un buen interventor y un buen supervisor de obra; además con calidad y sin sobrecostos, sería un orgullo. Una obra que permitiera decir en voz alta tenemos estadio, una obra que permitiera sacar pecho, lo cual además ha sido un sentir muy vallenato en torno a su ciudad.
Ni voz alta, ni pecho, ni orgullo y referente pero de negatividad. Seamos pragmáticos y pensemos con relativismo, si uno quiere ayudar a los amigos y que les quede una plata, uno no escoge un referente de ciudad y lo vuelve un chiste. Si uno quiere trascender en gestión no utiliza aquel escenario con el que todos crecimos y del que todos tenemos una historia que contar.
Una de dos o es estupidez o es descaro. En fin, no entendieron. Incluso, ni siquiera dan para planificar la corrupción en sus justas proporciones. Se pasaron y como la basura cuando se barre para ocultarla, al final siempre sale y ensucia, enmugra.
Por: Quintín Quintero