“Si el dinero circula en la economía local, se acaba la crisis”
Si bien, se hizo alharaca, por la anunciada reforma tributaria – al final sancionada y en vigencia-. En un santiamén, se cayó en apatía y consentida aceptación, encubiertas por otras noticias, que al vuelo distrajeron al público.-A la pusilanimidad se responde con una vanidosa audacia-.
La comisión de sabios tributarios, proponen depreciar el impacto económico del 19%, exhortando al ciudadano de a pie, por ejemplo: a mermarle al ron y cerveza, disuadir el uso de tarjetas de crédito, fomentar uso de celulares de baja gama, tasar más las carnes y consumir productos de cosecha baraticos, no a las bebidas azucaradas y sobre todo: no a la Coca-Cola, reparar la ropita que había dejado de usar, estar alerta y apagar las luces innecesarias en la casa, prescindir de amantes si está casado, nada de mascotas para los hijos. Establecer finalmente una subsistencia de austeridad, al fin y al cabo, acoplada al sistema económico impuesto.
Para interpretar, las bondades del modelo financiero que prevalecerá, conozca la historia de la deuda de Marly, -prostituta de un poblado colombiano-, allí los habitantes sumidos en la crisis económica generalizada, recurren a créditos por bienes y servicios -entre sí-. Sucedió que aquel día lluvioso, llega al hotel principal, un personaje que da señas de portar gran cantidad de dinero, solicita al hospedero; consentimiento para ojear las cómodas habitaciones e instalaciones anunciadas, y decidir si se alojaría por unos días, -coloca sobre el mostrador un billete de 100mil, de los nuevos, y marchó a su recorrido.
Encandilado, el administrador sale presuroso con el billete, para avalar la deuda obtenida con el carnicero, quien corre a la vez a entregar el dinero al productor de cerdos y ganado, al momento el ganadero se aligera a reembolsarlo al proveedor de alimentos para animales, el empresario-molinero se concreta con diligencia a buscar a Marly, la prostituta que ha fiado sus servicios en tiempos de crisis y le liquida la cuenta. Así, ligera de ropas con billete en mano, la meretriz se enfila al hotel y amortiza el saldo débito, resultante de reclinar cuanto cliente en el hostal, y que últimamente no había podido finiquitar.
El dueño del hotel toma el papel moneda y acredita la cuenta de Marly, justamente cuando aparece el personaje de marras manifestando no estar convencido de las bondades hoteleras, y resuelve marcharse, recuperando del mostrador, el billete de 100 mil consignado inicialmente.
A nadie le quedó un peso de más, pero en el pueblo ya se convive sin deudas y hay más confianza financiera.
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