Bajo un contexto de creciente incertidumbre e innegable polarización de criterios, la operatividad y función que vienen ofertando las diferentes Empresas Sociales del Estado (E.S.E.) en el ramo de la salud a través de la red hospitalaria están convertidas hoy por hoy en un verdadero caos, cuyos resultados tanto como administrativos, físicos y asistenciales reflejan un panorama frio, paupérrimo y desalentador, contrario a lo enunciado en la Ley 100 que las creó, con el propósito de convertir los hospitales públicos en entes administrativos descentralizados con autonomía financiera y patrimonio propio. Esta evidente falencia se visibiliza no solo en las ciudades capitales sino en el sector provincial, donde la prestación de los servicios de salud es visto como la cenicienta del paseo. Esta patética y real radiografía, necesita con urgencia un acto de reivindicación en perspectiva de derechos humanos, que debe ser impulsado con vocación humanitaria compromiso, dedicación y esfuerzos.
Para nadie es extraño que la misión y visión de la Red Hospitalaria, debe estar orientada a la ejecución, desarrollo y fortalecimiento de la eficiencia, donde lo que se busca es el mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad por encima de intereses personales. Se debe penetrar al fondo de los problemas que aquejan a la población y aplicar herramientas e instrumentos, que propicien un superior bienestar y condiciones de vida digna. En este sentido los gerentes de los hospitales, clínicas, y demás instituciones de la salud, están obligados a potenciar su gestión con fundamento en una visión articulada, bajo principios de planeación y responsabilidad social; promoviendo estrategias en función de correcto desarrollo y sostenibilidad de las E.S.E.
Si nos preguntamos: ¿Cómo deben ser los servicios asistenciales que ofrecen estos entes? Respondemos, que los lineamientos de éstos con el apoyo del gobierno nacional, regional y local día a día aporten esfuerzos para ofertar ajustados servicios a la satisfacción de las necesidades de cada usuario.
Las competencias y desafíos de los galenos y administradores de la salud, deben convertirse en el faro que guie la eficiencia, para la prestación de unos servicios de salud óptimos y de calidad; que no se tenga que presentar Acción de Tutela para que resulten entregando medicamentos como el acetaminofén, ¡qué vergüenza!; además, demostrar a la sociedad que los directivos del Sector Salud pueden cumplir sus compromisos en realidades tangibles, aspecto humano que tienen que incorporar a su agenda de trabajo como un propósito colectivo.
En virtud a este enunciado, la salud debe concebirse como un todo imperativo que requiere de atención prioritaria; de tal manera, que convierta al usuario en el norte de la institución con una proyección enmarcada en la objetividad, transparencia y la responsabilidad en la gestión. La operatividad en los servicios de salud debe soportarse como lo ordena la norma en los principios de la Gerencia Pública, con criterios y lineamientos concernientes a la preservación del bienestar social.
Usuarios del sector de la salud, exhortamos aquí a acordar acciones conjuntas en aras de obtener mejores servicios.