I
Somos del tiempo el jinete,
y entre la luz y la sombra
cabalgamos en la alfombra
de nostalgias y banquetes.
La mente es un palacete:
los recuerdos son altares
de bondades y pesares,
de las noches y los días.
Vivamos la epifanía
del silencio y los cantares.
II
Celebremos la llegada
del año dos mil veintidós,
con la presencia de Dios
la esperanza iluminada.
La vida siempre es sagrada,
es un precepto divino:
que la fe del peregrino
sea la música del alma
y el viento silbe en la palma
iluminando el camino.
III
La utopía es la fortaleza
para tejer la esperanza,
entre los rieles avanza
el nuevo año que empieza.
La decencia es la belleza.
La honradez, el pergamino.
El futuro de los niños:
la salud y la educación.
Para la paz de la Nación,
la Justicia es el camino.