Por José Atuesta Mindiola
I
Alfredo Gutiérrez Vital
rebelde del acordeón,
Dios le concede el don
del talento musical.
Él nunca tiene rival
sí de música se trata,
su habilidad es innata,
desde niño ha sido diestro;
es maestro de maestros
de música vallenata.
II
En su sangre están los genes
musicales de La Paz,
allí nació su papá
que su mismo nombre tiene.
Tocando no se detiene
y baila con armonía,
incansable es su energía
hasta toca con los pies;
fue Rey por tercera vez
con elegante maestría.
III
Entre los reyes será
el más grande de los grandes,
con su talento se expande
y nadie lo negará.
El olvido siempre estará
muy lejos de sus canciones,
viajan por generaciones
sus hermosas melodías;
su música es epifanía
pentagramas de emociones.
IV
Su voz guarda lozanía
de flores en primavera
y brisas de guarumeras
en el despertar del día.
Su teclado en armonía
a la juventud revive
y como es hombre Caribe
se arrulla en el horizonte:
el Jilguerito del Monte
sonriente cantando vive.