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De víctimas y victimarios

Ronald fue asesinado el 26 de abril en La Hormiga, Putumayo, por guerrilleros de las Farc. Un joven de 13 años recibió un tiro en la cabeza y lucha por su vida.

Al día siguiente, Luis, Cristián y Óscar, que no son hijos de padres que, por su alcurnia, hagan estallar un proceso de paz, sino soldados de humilde cuna, murieron en un campo minado en Morales, Bolívar, donde hay presencia del ELN y las Farc. Esa misma noche, en Ituango, un campesino de nombre Arbey, fue sacado de una ambulancia y asesinado a puñaladas por las Farc.

Después de ese sangriento fin de semana, los victimarios salieron a insistir en que no están dispuestos a pagar cárcel y a exigir la creación de una comisión de esclarecimiento histórico, que lo único que busca es la exculpación de sus crímenes, es decir, del asesinato de Ronald, de Arbey y de todas sus víctimas, con el argumento de que toda la sociedad es igualmente culpable desde la época de la violencia política. Una vez más, Andrés París echa mano del tono extorsivo que domina la negociación, para amenazar con que “si no hay avances en esta comisión, ahí paran los diálogos”, una amenaza para los colombianos, que sentirán el desquite de más violencia; y una amenaza para el Gobierno, porque si se paran los diálogos se va a pique la reelección.

Como la paz se convirtió en bandera reeleccionista, toda la campaña se viene acomodando a esa amenaza extorsiva. En un Foro del diario El Tiempo, en el que brillaron por su ausencia las víctimas de las Farc, intervinieron en cambio algunas que pedían penas ejemplares para sus victimarios -paramilitares y agentes del Estado principalmente-, mientras el Fiscal hablaba de cambiar cárcel por “trabajo social” -léase impunidad- para los cabecillas de las Farc. Parecía que se estuviera hablando de dos conflictos diferentes. Había dos clases de víctimas: de primera y de segunda, víctimas presentes y ausentes; y se hablaba de dos tipos de victimarios: aquellos sobre los que debe caer todo el peso de la justicia, y otros a los que hay que perdonar a como dé lugar, como precio por la paz, que así llaman ahora a la amenaza extorsiva de no seguir matando Ronalds o menores anónimos.

El Ministro, Alfonso Gómez Méndez, temeroso de fracasar nuevamente en una reforma a la justicia que se debe hacer en el Congreso de la República, hizo la propuesta de Reforma Constitucional como mecanismo idóneo, la cual saludaron con entusiasmo las Farc, porque le abre espacio al mecanismo de reforma constitucional para validar los acuerdos con el Gobierno.

Y como dirían las señoras, la tapa de la olla: el senador Benedetti, el censor, el dechado de prudencia, el pacifista por excelencia, recomienda fusilar a todos los enemigos de esa falsa paz. Más de medio país al paredón. Esa es la paz de los amigos de la paz.

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