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De sofismas y silogismos

Una buena filosofía sirve para conducir un debate, pero una mala puede distorsionarlo mediante el esbozo de trampas dialécticas. En el ejercicio de la política partidista esto es lo habitual, donde el círculo de tiro al blanco es la base de la sociedad sobre la cual caen las esquirlas de un combate en la oscuridad, por gentes inescrupulosas.

Esto es lo que está pasando con el contenido de los acuerdos de La Habana sobre los cuales, de un lado han caído rayos y centellas, mientras que del otro lado se celebra la eucaristía. Ni lo uno ni lo otro.

Se dice que uno no debe creer en nada de lo que Digan y solo en la mitad de lo que viere, la duda es parte de una filosofía llamada “tomista”. Antes de divulgarse los acuerdos, ya sus enemigos los estaban demonizando, creando mitos y sofismas La misión del sofista es distorsionar la realidad, construir silogismos falsos para mostrar conclusiones erradas. Hay que estar atentos a este tipo de constructos por su facilidad para penetrar en los sectores más ignorantes de la sociedad.

Con tres premisas de este tipo, Giovanni Papini puso a pensar al Vaticano con un silogismo que cumplía todos los requisitos de forma. Papini razonó de la siguiente manera: 1) Dios manda a amar a nuestros enemigos. 2) El demonio es nuestro enemigo. 3) Luego debemos amarlo. Más de un católico quedaría convencido porque el silogismo estuvo bien estructurado en su lógica gramatical. Así es en la política, el verbo convence, las frases y las oraciones suelen tener muchas connotaciones cuando se citan fuera de contexto. Un silogismo similar es el de los enemigos de la Paz, que podría esbozarse de la siguiente manera:

1) Todo criminal debe ser juzgado.
2) Timochenco es un criminal.
3) Por lo tanto debe ser juzgado.

Esta es la lógica del CD. Esto es correcto pero aquí no estamos en clase de filosofía, es algo más serio y trascendental, es un armisticio de guerra que no se puede resolver con las normas que rigen la institucionalidad en periodos de paz, cuando las guerras son atípicas, lo anormal dentro de una democracia civilizada. Es el mismo caso de ciertas ecuaciones, tienen soluciones matemáticas pero no aportan nada porque no existe una relación funcional entre sus variables.

El discurso del NO es irracional y falaz. Decir NO a los acuerdos de La Habana es pedir que siga la guerra; SI y NO son excluyentes; decir, que los acuerdos se pueden mejorar al ganar el NO, decir que Santos le está entregando el país a las Farc, son sofismas; quiero la Paz pero no así, ya no se puede viajar tranquilo por carretera y están volviendo las vacunas para los ganaderos, son falacias. ¡Qué horror que un guerrillero vaya al congreso! Cómo cambian los tiempos: “Si un acuerdo de paz aprueba que los guerrilleros de las Farc vayan al Congreso, hay que remover el obstáculo constitucional que lo impide… Entonces, en un acuerdo de paz con las guerrillas, ese cambio habría que llevarlo a efecto constitucional para que puedan ir al Congreso por el bien de la Patria”. Así pensaba Uribe y así hace el gato tapando su propia caca.

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