Finalizadas las festividades de navidad, fin de año y el puente de reyes magos regresamos a nuestra cotidianidad, con la firme esperanza y deseos que este nuevo año sea de prosperidad, éxitos y que todos nuestros propósitos y anhelos se hagan realidad.
Pero nuestra realidad es otra, pese a conocer los antecedentes del alza en el Salario Mínimo Mensual Vigente de nuestro país, contemplábamos la posibilidad que este año fuera justo, dado a los sinnúmeros descalabros de la vida cotidiana con el pírrico ajuste precedente que solo ha generado una marcada descompensación social y lo que fue “una gran noticia” en el actual ajuste salarial, tal como lo señaló nuestro mandatario, para más del 80 % de los colombianos fue el bofetón inescrupuloso al que llamamos “Estado Social de Derecho Colombiano”.
Por su parte, y pese a que el remembrado Acuerdo de Paz permitió que las acciones violentas, atentados y tomas guerrilleras cesaran, que la tasa de homicidio del año anterior se ubicará en la más baja de los últimos 42 años, hoy por hoy la implementación de varios puntos del acuerdo se encuentran empantanados y el Congreso no les da vía libre para que se cumpla un acuerdo ratificado por ellos y se consolide la paz.
La guerrilla del Eln desaprovecha la oportunidad histórica de alcanzar la paz, por su obstinada decisión de atentar contra la economía del país, obligando al gobierno a ordenar intensificar las acciones militares contra este grupo militar, olvidándose que el diálogo y la concertación es el mejor medio para construir una sociedad más justa, equitativa y con oportunidades para todos.
El Gobierno Nacional implementó el Censo 2018 para determinar la demografía y nuestras actuales condiciones de vida, con el “pretendido” fin de desarrollar programas más efectivos en educación, salud, vivienda y reducción de pobreza, lo ambiguo es que se realice terminando su periodo constitucional lo que no permitiría que desarrolle los programas prometidos, y dejando la brecha para que el próximo Presidente exhiba la facultad de oxigenar dichos programas o el facilismo de cambiarlos, generando con ello gastos sin sentido a la Nación.
Durante todo el año anterior repudiamos y criticamos la violencia de género, el abuso y maltrato a mujeres y niños, pero transcurridos pocos días del nuevo año, palpamos que el camino sigue desesperanzador, el abuso y maltrato a mujeres sigue en aumento y con un mal precedente donde una de las maltratadas perdona a su agresor a cambio de un viaje y paseo a la costa Caribe.
Así las cosas hemos palpado que aunque la mayoría de colombianos anhelamos cambios y nuevas acciones que permitan transformar el rumbo del país, que garantice un cambio en nuestras condiciones de vida y un mejor vivir, las cosas seguirán de mal en peor y el pueblo arrodillado y enmudecido ante las injusticias de una clase dirigente indolente.
Dice un viejo adagio popular: “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, por eso la esperanza es lo último que se debe perder, el 2018 es un año de gran importancia histórica para el país, es el momento de elegir las personas que regirán los destinos de la nación y tomarán las decisiones que incidirán en el futuro de todos, por eso debemos asumir el compromiso de elegir a las mejores y más idóneas personas que puedan transformar y construir un mejor país.