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De politólogos presidenciales a técnicos de futbol

Así es. Por doquier rincón de la extensa, rica y exuberante división político – territorial de nuestro país, se observa por estos días un enjambre de emocionados fanáticos, con el envolvente tricolor nacional, que esparcidos y atrapados en una emoción colectiva, vibran al unísono, victoriando el desempeño de nuestra selección de futbol en el campeonato mundial en Rusia.

Parece mentira pero es una gran realidad que casi toda la población colombiana está inmersa en el escenario del balón pie mundial, perdiendo la noción del tiempo y el espacio. El futbol se ha convertido en un antídoto momentáneo que involucra, absorbe el sentimiento y pensamiento de todos los Colombianos; que antagonismo tan increíble, cuando hace unos días se hablaba de la segunda vuelta presidencial, es decir, estábamos insertos en un dilema real, la elección presidencial, donde la esperanza se convertía en un antídoto que soportaba las desdichas de la vida; hoy esa misma esperanza está focalizada hacia un optimismo desbordado, en un futuro triunfo de nuestra selección en el mundial.

Sin embargo, aún subsisten politólogos en el país, emitiendo agravios a sus contradictores políticos sin razón. ¿Cuándo será el cierre de campaña en las redes sociales?
Esta emoción colectiva que hoy vivimos, nos hace olvidar momentáneamente los problemas que laceran los sentimientos del ciudadano. Tengamos en cuenta que el derroche y las pasiones desbordadas sin control son simples mecanismos de distracción que utiliza el poder para distraer la atención de los inconformes y disuadirlos del propósito de la protesta; en este sentido es fácil intuir que no existe fuerza más poderosa y de que dimensión, que la fiebre colectiva y contagiosa de los fanáticos en cualquier región de Colombia, en materia deportiva, aun pertenezcan a diferentes ideologías políticas. No existe en el mundo una fuerza capaz de afrontar a hinchas furibundos como los seguidores del futbol; caso que no es superado por la presencia de un caudillo político.

Nos preguntamos ¿Qué sensación experimenta el fanático? La respuesta está cifrada en una intensa y anárquica ansiedad, en una excitación de la dicha, en un deseo sin frenesí, en un sentimiento impulsivo que supera lo racional; llamándose a esto mente artificial; la cual crea ídolos, así como los eleva, en cuestión de segundos los desvanece.

El futbol y la política son totalmente opuestos; mientras que la política es un mecanismo para conciliar conflictos; el futbol consiste en crearlos y mantenerlos; aunque su propósito sea la diversión. Este deporte interesa a más individuos que otro deporte. Se cambiará de gustos, residencia, trabajo, política… pero de equipo de futbol, lo considero bastante difícil.

En los dos casos existirán adeptos, fanáticos críticos, algunos más sensatos y reservados; otros completamente agresivos y desenfrenados. Resultando aquí los politólogos que lo saben todo y los técnicos de futbol que arman y desarman cualquier esquema al respecto incluso muchas veces creando polémicas innecesarias, unas optimistas, otras incendiarias. Seamos prudentes en esta vocación.

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Jairo Franco Salas: