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De nada sirve, paz en las montañas y violencia en las casas

Por Carlos Guillermo Ramírez 

Hoy todos los colombianos seguimos con la esperanza  y anhelamos que el Gobierno Nacional, en contra de todo pronóstico, pueda llegar a un acuerdo con la Farc que ponga fin al conflicto armado que vive el país hace ya más de cinco décadas y como consecuencia de esto, se frenen los secuestros, las masacres, la extorción y toda clase de atentado terrorista. Sin embargo,  paralela a esta clase de violencia organizada e influenciada por ideologías políticas, desde hace varios años se viene advirtiendo en nuestra sociedad un creciente nivel de violencia de otro tipo;  vemos por ejemplo como los métodos violentos se vienen utilizando para ganar posiciones políticas, para presionar y  concretar conquistas,  para prevalecer y ascender en un nivel social, para discriminar  y para ejercer todo tipo de  actos delincuenciales, es decir, laviolencia política, la violencia sectorial,  la violencia de género, y la violencia  callejera, están al orden día;  como quien dice, estamos rodeados de toda clase de desmanes.

Pero de toda esta variedad hay una clase de violencia que tal vez es la más generalizada en todos los rincones del país y es la que muy seguramente le está haciendo más daño a la sociedad Colombiana.Me refiero a la violencia intrafamiliar o también llamada violencia doméstica;  hoy los hechos noticiosos dan cuenta que en nuestra sociedad la familia vive en permanente conflicto o en guerra, así lo demuestran  las abultadas estadísticas que llevan las comisarías de familias y el ICBF de los casos denunciados, quedando pendiente aún los casos impunes que no son puesto en conocimiento de la autoridad por prejuicios sociales. De manera pues, que nuestra sociedad necesita aprender, desde la base, a distinguir entre el desacuerdo y la violencia, a disentir sin necesidad de agredir. Por ello para construir una verdadera paz en Colombia, se hace necesario promover e implementar una política pública social alrededor de prevención y protección sobre las relaciones intrafamiliares, vale decir, una política coherente para mitigar estos temas debe partir de la raíz; no olvidemos que la  paz empieza por casa, la paz comienza por nosotros mismos, desde nuestros entornos familiares.

Construir una verdadera paz solo será una realidad si el Estado logra implementar las acciones necesarias para erradicar los conflictos desde el seno de la familia;  construir paz seria entonces, construir familias que no sean víctimas del conflicto en cualquiera de sus modalidades, construir paz es edificar familias  capaces de trasformar las diferencias en posibilidades de manejar los desacuerdos a través del dialogo y el consenso, sin resentimientos ni odios. Claro está, es deber del Estado concretar acciones para erradicar los factores económicos generadores del conflicto como la inequidad, la pobreza y el desempleo, pero ello no es suficiente, también es deber del Estado implementar políticas tendientes a eliminar los factores culturales generadores de conflicto y para ello se requiere una política de construcción de familias democráticas fundadas en el reconocimiento y respeto pleno de los derechos individuales de todos sus miembros y  la garantía de los derechos de las mujeres y de los niños y las niñas.

En suma, de nada nos sirve que se acabe el conflicto en las montañas y siga el conflicto en las casas, porque de ser así,  tarde que tempano es posible que volvamos a la guerra.

 

 

 

 

 

 

 

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