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De los peatones y las ciclorrutas

Hace dos semanas recibí una invitación a una reunión en la sala de juntas de la alcaldía, para conocer un estudio que venían desarrollando unos expertos alrededor del uso de la bicicleta en Valledupar. Como en otras ocasiones, me pidieron que invitara a algunas personas que les pudiera interesar el tema. El caso es que participé de la reunión, con varias personas más. Consignaré aquí, mis impresiones al respecto.

El estudio en cuestión era el ‘Plan para recuperación de espacio público y mejoramiento de la infraestructura para la bicicleta en Valledupar’. Un trabajo que financia completamente la CAF (Corporación Andina de Fomento, autodenominado el Banco de Desarrollo de América Latina), que costó varios cientos de millones de pesos, y que privilegió a solo dos ciudades en Colombia: Valledupar y Montería.

En la presentación -muy interesante- sustentaron las razones que deben motivar un plan de acción urgente para que en Valledupar se empiece a mejorar la oferta de espacio público y la infraestructura para peatones y ciclistas.

Las cifras
Los viajes diarios que se realizan en una ciudad, así como el modo de transporte utilizado para esos viajes, es una medida que nos permite comparar ciudades con el mismo rasero, guardando las proporciones. En Valledupar se realizan diariamente unos 420 mil viajes en total, de los cuales 52 mil (12%) se realizan a pie. Sí, a pie, con el mismo calor, el mismo sol y la misma inseguridad, por los que nos quejamos tanto. Y en bicicleta se realizan 32 mil (8 %). ¿Quiénes son? Los más humildes por lo general, en gran medida mujeres y niños.

Para tener una idea de estas cifras, en Bogotá, que goza de un clima agradable, una red de 450 kilómetros de ciclorruta habilitada, y varias décadas impulsando la bicicleta; sus viajes en este medio alcanzan sólo el 5 % (en 2000 era el 1%). El nuevo alcalde Peñalosa se ha propuesto llevar a mil, los kilómetros de ciclorruta, para lograr ser la primera ciudad en Latinoamérica en tener una cifra porcentual de viajes en bicicleta de dos dígitos. Lo curioso es que estamos más cerca de lograr esa meta en Valledupar, pero aquí no es una apuesta.

Es cierto, las comparaciones son odiosas, y más si lo hacemos con Bogotá, que poco en común tiene con Valledupar. Bueno, miremos entonces hacia Montería, que en el periodo anterior se dio el lujo de terminar 32 kilómetros de ciclorruta interconectadas por toda la ciudad. O veamos lo que ha hecho Barranquilla, o lo que inició Santa Marta. Y allá también hace calor, hasta donde tengo entendido.

Ahora, revisando los detalles de las cifras del estudio realizado en Valledupar, hay que decir que alrededor del 70% de los viajes en bicicleta, se originan o terminan en el centro de la ciudad. Ratificando lo que había dicho ya el estudio de la Universidad Nacional contratado por el Siva (Sistema Integrado de Transportes de Valledupar) en años anteriores.

A los usuarios de bicicleta (los actuales, no los potenciales) se les indagó por sus trayectos y se determinó que hay básicamente dos grandes canteras de ciclistas en la ciudad: una al sur y otra en la comuna 5. Analizando el mapa presentado en el estudio, se observa que las líneas de flujo más importantes conectan los barrios San Fernando y Panamá (en el sur) con la zona céntrica; y el sector del barrio La Nevada (noroccidente) con el centro también. Adicionalmente, muestra otras rutas importantes que conectan la zona céntrica (otra vez) con Mareigua, Villa Dariana, y Primero de Mayo y Siete de Agosto.

Quiere decir que no solo los bicicarriles que se hicieron en el ocaso de la anterior administración eran necesarios, sino que nos hace falta prolongarlos y agregar otros tramos más; que tampoco estarán exentos de la crítica de muchos sectores que no ven con buenos ojos el recorte del espacio en la vía para los vehículos particulares.

Lo curioso es que este estudio propone al menos 100 kilómetros de bicicarriles para estos cuatro años (en Sao Paulo en un año hicieron 320), y los propone incluyendo los trayectos establecidos ya en la carrera 9 y la calle 17.

Obviamente corrigiendo errores que se cometieron en la ejecución de esos primeros tramos, socializando bien las intervenciones, cumpliendo con las normas vigentes para la señalización y demás; pero con la firme convicción de ofrecer una alternativa de movilidad segura y sostenible a los vallenatos.

¿Qué dice la administración?
Básicamente lo que ha planteado el alcalde y su Secretario de Tránsito es que ellos no se oponen a las ciclorrutas, pero que están esperando un fallo judicial; que sí van a hacer más, pero de manera diferente; y otras razones que parecen esconder su desinterés por darle continuidad y mejorar una obra de la administración anterior.

Para empezar a hacer pedagogía con los vendedores ambulantes para que no ocupen la ciclorruta y empezar a sancionar las motos que usan estos bicicarriles, no se necesita un fallo judicial. De hecho, lo que se necesita es simple voluntad política. ¿Será que se le agotó la creatividad a Tuto que hace unos años se mostraba como el padre de la cultura ciudadana?

También le escuché al Alcalde decir que en esos tramos de bicicarril no hay suficiente flujo de bicicletas. Y tal vez es cierto, pero toca agregar que estos procesos son lentos y sólo se podrán juzgar con el paso del tiempo. Y sin embargo, quiero recordar al caso de la carrera 11 en el norte de Bogotá: hace 15 años Peñalosa decidió establecer esa ciclorruta sobre el andén, y también fue duramente criticado porque en esos sectores de clase alta no se usaba la bicicleta. Hoy, la decisión de bajar de la acera a la calle el tramo que va de la calle 100 a la calle 82, obedece -entre otros- al éxito y la sobreocupación de dicha ciclorruta.

Y otro de los puntos tocados tanto por el Alcalde como por el Secretario, es la posibilidad de establecer unos bicicarriles que no cuenten con las barreras (bolardos, mojones, hitos, etc.) que los separan del resto de la vía, sino por unos “reflectores” y simple demarcación horizontal (pintura). Ese día le pregunté al consultor encargado del estudio su opinión al respecto y su respuesta fue: “es posible, pero no deseable”. Hay que entender la importancia de estas barreras, no muy estéticas (es cierto), pero que tampoco se instalan por puro capricho. Pues cumplen un papel vital de seguridad y salvaguardan la integridad de los ciclistas, de la arbitrariedad de conductores de vehículos y motos. Pues es apenas entendible que quien va en una bicicleta está en desventaja frente a los otros vehículos, y llevará la peor parte en caso de un accidente.

La invitación
Mi invitación, alcalde Uhía es a que haga una pausa y valore esta propuesta de la CAF, que deben entregar de manera completa en el mes de abril; y que privilegió a Valledupar entre muchas ciudades. Para que decida si vale la pena o no atreverse a implementarla.

Pero sin titubeos, sin excusas, sin complejos, que le permitan a Valledupar avanzar y no dejar perder una inversión que ya se hizo (casi $1.300 millones) y que le puede servir de insumo para mejorar y ampliar el uso de la bicicleta en esta ciudad. Porque no sólo se trata de los bicicarriles, sino del sistema de bicicletas públicas y de la recuperación de espacio público para los peatones.

Lo interesante es que la propuesta contempla un plan de rápida y poco costosa implementación que entre 6 y 12 meses, dará importantes victorias que pueden ser capitalizadas por usted y su equipo. Pero para todo eso no falta sino una sola cosa: voluntad política!

Ahora, si definitivamente no le va a apostar al tema porque no le gustan esas ciclorrutas (como lo ha dicho en varias ocasiones también), qué bueno sería que lo dijera de manera clara y no con excusas; para que los dos meses que todavía faltan por terminar el estudio, se aprovechen a los expertos para otro tema que sí le guste.

Y si lo que quiere es simplemente congraciarse con los conductores de vehículos particulares (entre los que yo me incluyo), lamento decirle que no somos muchos más, pues sólo el 11% de los viajes totales se hacen en este medio.
Y por último -por si las suspicacias- esto no es cuestión de los ciclistas que usamos la bicicleta por deporte o diversión, ni de los que compran bicicleta de alta gama; se trata de los miles de vallenatos cuyas posibilidades económicas los limitan a encontrar en la bicicleta y en la caminata, su medio de transporte para el día a día.

Por Hernán Araujo Ariza

*Exconcejal.

 

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